Ennio Vivaldi: "Sería fantástico que el gobierno congelara los aranceles en todas las universidades estatales"

El rector de la Universidad de Chile, Ennio Vivaldi, piensa que es “perfectamente factible generar un programa viable de gratuidad”. Dice que, finalmente, será un “tema de voluntad política nacional”, existiendo la reforma tributaria y “distintas formas de financiamiento de las universidades”.
¿Qué le parece el primer paso que dio en el Congreso el proyecto que termina con el lucro, el copago y la selección?
Me parece muy bien. Veo que, por sobre todo, aquí hay una voluntad real, honesta y práctica de reconstruir un sistema de educación pública en Chile. Ahí están todos invitados y llamados, tienen el deber y el derecho de opinar, todos los sectores.
¿Usted concuerda con que si el lucro no se sanciona penalmente su prohibición no se hace efectiva, como plantean los diputados Jackson y Vallejo?
No tengo todos los datos sobre su propuesta, pero valoro mucho a los dos parlamentarios. Me parece sensato lo que dicen, pero no tengo información específica para opinar. Creo que hay que transparentar qué es lo que ha pasado con todo el tema financiero de las universidades, las ganancias que han tenido, los problemas que ha habido. El Mineduc tendrá que tomar medidas para respaldar la ley.
¿Qué espera frente a la reforma de la educación superior?
En primer lugar, que se restituya una noción que es clave en todo el mundo que es el concepto de universidad estatal. Incluso yo diría que los aspectos económicos son secundarios. Los fundamentales tienen que ver con el reconocimiento de un sector de la educación superior que en la mayor parte del mundo es por lejos el mayoritario, y que esos sectores están también en salud. En nuestro país en las últimas décadas se ha desdibujado totalmente la condición de educación estatal: las universidades se llaman estatales, pero se comportan y tienen que sobrevivir como si fueran privadas. En Chile ha habido una propuesta de un sistema con énfasis en las universidades privadas que nunca ha sido analizado y no se han tomado las salvaguardas para anticipar los riegos, como ha quedado de manifiesto con el conflicto de la Universidad del Mar y otros.
Hasta ahora, autoridades del Mineduc han adelantado algunas orientaciones de lo que vendrá en educación superior, ¿qué visión tiene de lo que se conoce?
Me parece válido que las universidades sean evaluadas de alguna manera globalmente. Por ejemplo, me parece atendible que si el rector de la Universidad Alberto Hurtado, Fernando Montes, dice que su universidad cumple una función social relevante, o se preocupa especialmente del tema de la pobreza, eso sea evaluado y haya alguna forma de medirlo y reconocerlo. Estoy porque la acreditación incluso sea una entidad más amplia y comprenda otros aspectos, como los valores involucrados. Ahora, respecto al acortamiento de las carreras, en principio, no he conocido nunca argumentos sólidos, válidos, desde el punto de vista académico, sino que más bien económicos, y el tema debe ser discutido con más profundidad. Lo que temo es que puede disminuir la parte más básica, general, de los estudios para hacerlos más dirigidos, más pragmáticos, y eso no creo que sea bueno.
¿Está de acuerdo con integrar el sistema de acreditación con el del financiamiento?
Si uno piensa en lo que significa para una familia la expectativa de un hijo profesional y el costo que tiene, es obvio que tienen que haber mecanismos que regulen eso, porque uno no puede ser cómplice de situaciones en que los jóvenes reciban una educación sin la calidad mínima esperable.
Ud. anunció que congelará los aranceles 2015. Teniendo en cuenta el futuro debate presupuestario, ¿qué proyecta en esta materia por parte del gobierno y en el resto de las estatales?
Lo que anunciamos, más que un gesto, es una consecuencia obvia con nosotros mismos. Si estamos hablando de apuntar a la gratuidad es absurdo que al mismo tiempo subamos los aranceles en 2015. Lo otro que me parece importante es que uno tiene que dar señales. Lamentablemente, por las razones que fueran, hay desconfianza en el ambiente, hay desconfianza en los estudiantes que insisten en decir ‘no queremos que vuelvan a tomarse acuerdos que al final no se llevan a la práctica’. Como equipo de rectoría de la Universidad de Chile nos parece que es un punto importante (congelar los aranceles), independientemente de si lo tengamos que pagar nosotros o no. Ahora, sería fantástico que el gobierno decidiera congelar aranceles en todas las universidades estatales, sería un gesto formidable, lo aplaudiría, pero no tengo por qué exigirle al gobierno cosas que he prometido yo por mi cuenta.
¿Ha sido materia de conversación, por fuera de la Universidad de Chile?
En el Consorcio de Universidades del Estado (Cuech) sí. Ahora, si no hay un cambio, si esto (congelar aranceles) no tiene un apoyo externo, para muchas universidades estatales es imposible. Como Universidad de Chile tenemos capacidad de maniobra para hacer el gesto, para respaldarlo y financiarlo, pero también entiendo que no es llegar y pedírselo a todo el mundo, porque la lógica del autofinanciamiento que nos han impuesto lo hace difícil para muchas universidades.
Tras el proyecto de derogación de los artículos del DFL 2, ¿qué desafíos ve en torno a la democratización de las entidades?
Es un tema en el que como Universidad de Chile estamos bastante más adelantados que el resto. Nuestra experiencia, que la podemos comunicar a quien quiera, ha sido excelente, tengo la mejor opinión de la participación estudiantil y funcionaria en el órgano del Senado Universitario. Es un tema de estar acorde con los tiempos: ya nadie piensa en una relación unilateral de los docentes respecto al estudiantado, tiene que ver con conceptos pedagógicos contemporáneos también. Respecto a derogar los artículos del DFL 2 lo que se hace es derogar temas extemporáneos. Es cuestión de leer la forma en que están redactados, si alguien se mete a un partido político, no sé qué cosa les pasa, dice. Es cosa de leer las normativas que quedan desde los ochenta en la Universidad de Santiago de Chile y la Universidad de Valparaíso, son increíbles, lo mismo que tuvo el estatuto anterior de la Universidad de Chile, insólito. No es un tema de controversia entre sectores políticos, es un paso de civilización, lo otro es decimonónico.
¿Qué le han parecido las polémicas que ha generado la reforma educacional, incluso dentro del oficialismo?
Frente al debate de la reforma es obvio que ha habido una mezcla de cuestiones ideológicas y cuestiones de intereses. Pero es muy llamativo: los énfasis, los discursos, antes y después de los noventas. O sea, qué se decía de la educación pública antes de los noventa y qué se hizo después, no es algo que concuerde. Uno tiene derecho a preguntarse a qué se debe esa discrepancia.
Tras la marcha, y previo al Confech de este sábado, ¿qué podría decirle a los estudiantes?
La responsabilidad del movimiento estudiantil es enorme en la medida que se sientan identificados con la reforma educacional. Son ellos los principales protagonistas y eventuales beneficiarios. En la medida que asuman, por supuesto participativamente, que lo que está en juego es muy importante para ellos, en esa misma medida podrá tener éxito la iniciativa.
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