Dicen que es una revolución similar a la que se enfrentaron los carteros cuando nació el correo electrónico. O al dilema de los taxistas frente a Uber. Se trata de las criptomonedas, activos digitales intercambiables que despertaron interés de inversionistas, reguladores financieros, banqueros centrales y premios Nobel.
Sus críticos acusan que es mera especulación, advierten por miedos de burbuja y algunos llamando a prohibirlas, como el central de India. Sin embargo, los que apoyan la tecnología y los que no, coinciden en la prudencia y en llamar a informarse. Y es que el mercado no es fácil de comprender, con conceptos que se entrecruzan. ¿Qué son y cómo operan las criptomonedas?
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"Nacieron tras la crisis del 2008 para tener una alternativa, un valor que se pudiera transmitir por internet, crear algo que no se pudiera falsificar y que tuviera un mecanismo de incentivos", explica Agustín Feuerhake, de SurBTC.
Aunque existen decenas de divisas digitales encriptadas, la más conocida es Bitcoin, seguida de Ethereum, lo que se relaciona a la capitalización de cada una, su volumen y precio. Físicamente, una criptomoneda es una clave con un sinfín de caracteres, similar a una firma digital, que surge de una cadena de bloques o blockchain (ver relacionada).
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Cada cadena de bloques opera como una suerte de base de datos, donde interactúan desarrolladores de algoritmos para obtener estas monedas, también se registrar cuántas se pueden transferir y a quién corresponden. La clave de las criptomonedas es que cada una tiene su propio blockchain y así, sus propias reglas, que rigen a los desarrolladores. Además, el que aporta más poder de "minería" es el que tiene más probabilidades de quedarse con más monedas.
Así, por ejemplo, los desarrolladores o "mineros" de una red de Bitcoin demoran 10 minutos en su base de datos para generar monedas, mientras que los de Ethereum, que tiene reglas y dimensiones más sofisticadas, demoran segundos.
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"A nivel mundial, China y EEUU lideran los desarrollos de monedas. En general, lugares donde la electricidad es más barata, como Venezuela. Son galpones enormes con cientos de servidores que consumen mucha electricidad", asegura Feuerhake.
¿Por qué hace elegir una moneda u otra? La decisión varía según su precio, que se mueve por especulación, por lo que puede convenir desarrollar monedas con mayor valor en lugar de monedas más fácil de obtener.
El intercambio.
Una ventaja de las criptodivisas es que son intercambiables en cualquier parte del mundo sin dejar rastros. Para transferir las monedas digitales entre usuarios, el costo es el mismo independientemente del monto y este dinero va para los "mineros", los que trabajan en desarrollar las monedas siguiendo las reglas de su respectivo blockchain. Esto es distinto a la transacción de las monedas.
¿Cómo se transan? Las criptomonedas se comercian en plataformas, o bolsas, que brindan un espacio para que los usuarios puedan intercambiar entre sí bitcoins por monedas locales. Aquí uno puede comprar pagando, por ejemplo, con pesos chileno o dólares un precio que se ajusta por oferta y demanda. Normalmente se cobra una tarifa de 0,6% por transar en un "exchange". Mt. Gox, por ejemplo, es un reconocido mercado Bitcoin que originalmente transaba cartas Magic que un día sufrió un millonario robo a manos de hackers digitales.
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El futuro.
El ecosistema de la tecnología blockchain está dividida en dos partes: proyectos orientados en criptomonedas y proyectos específicos para empresas. Estos últimos buscan diseñar a propósito una arquitectura que cumpla con los requisitos de leyes existentes y regulaciones. Pero, la gran parte de los primeros proyectos enfocados en criptomonedas hicieron lo contrario, explica Tim Swanson a PULSO, quien hace análisis de riesgo para blockchain y startups de criptodivisas. "En el pasado intentaron ignorar leyes y regulaciones. Creo que si la tecnología se masifica lo hará en plataformas diseñadas para brindarles a los usuarios de los recursos legales en el caso de que surjan problemas", agrega. Swanson también es director de investigación de Post Oaks Labs.
El desarrollo de la industria, mientras tanto, sigue a pasos agigantados. Hoy existen firmas que instalan cajeros automáticos de criptomonedas, otras que diseñan aplicaciones para guardarlas en un celular, llamadas Wallet y hasta el MIT tiene una Digital Currency Initiative, fundación para desarrollar monedas digitales con gobiernos.
A futuro se espera el desarrollo de token criptográficos que van a representar no solamente a los bitcoin, sino a monedas como pesos chilenos o una propiedad de casa o un auto. También se espera que se mejore la capacidad de poder pagar más rápidamente que en la actualidad.
"En CryptoMKT creemos que la tecnología tiene que tener un uso. Podemos utilizar una nueva forma de transferir valor, que es más rápida y más segura y la comisión es más baja. Es nacional e internacional", afirma a PULSO Martín Jofré, co-funder de CryptoMKT, mercado de Ethereum latinoamericano con US$25 millones transados, 21 mil usuarios y 282 mil transacciones.
La clave está en la cadena de bloques
La tecnología de blockchain es la base de cada una de las criptomonedas. Funciona de manera independiente, como si se tratara de un organismo y se desarrolla con un lenguaje criptográfico, de ahí su nombre. Para entenderlo, una analogía es un cuaderno, en el que cada hoja es un bloque, y un desarrollador lo va escribiendo en códigos y algoritmos, formando una cadena. Ese desarrollador debe demostrar que posee criptomonedas a través de transacciones que quedan registradas en la cadena y el marco en que hace dichos procesos está definido por un protocolo único. Además, cada blockchain necesita de una gran capacidad de cómputo y ahí es donde entran los "mineros", que trabajan en resolver algoritmos y gastan en hardware y electricidad a cambio de criptomonedas. Los "mineros" eligen cada cadena, dependiendo de las criptomonedas que deseen obtener. A mayor resolución de algoritmos, mayor es la cantidad de criptomonedas que se pueden conseguir, pero esto requiere recursos cada vez mayores.