Hay mucha confianza, casi arrogancia, en Shinzo Abe. Luego de 10 meses como primer ministro de Japón, las buenas noticias no paran de venir.
Desde que el premier nipón lanzó su plan Abenomics para reflotar la economía, la inflación ha repuntado, el yen se ha depreciado y el precio de las acciones ha subido casi en 60%. En el primer semestre del año, Japón creció a un ritmo aproximado de 4%, con lo cual se transformó, de alguna forma, en la economía de mejor desempeño del Grupo de los Siete. La confianza empresarial está en su mayor nivel en 7 años y la popularidad de Abe está por sobre el 60%. La victoria para su partido en las elecciones de la Cámara Alta en julio significa que debiera estar en el poder hasta 2016, nada despreciable en un país donde recientemente los primeros ministros no duran mucho.
En una entrevista con Financial Times el viernes, Abe pareció disfrutar de su éxito. Refiriéndose sólo de manera ocasional a sus notas preparadas, habló elocuentemente acerca del progreso de su programa. "Los resultados económicos hablan por sí mismos", declaró. "Nuestras políticas han producido resultados reales y estoy convencido de que nuestro camino es la única forma".
Su disposición a tomar acciones políticas marca un gran cambio respecto de los últimos líderes que se han visto paralizados por los legendarios problemas económicos de Japón. Atrapada en deflación durante gran parte de los últimos 15 años, la economía se ha contraído desde su peak de 1997. Mientras, la población está envejeciendo rápidamente y la deuda pública se acerca a 230% del PIB.
El plan de Abe busca reflotar la economía a través de un masivo estímulo monetario con la idea de alcanzar el 2% de inflación anual para marzo de 2015. Junto con Haruhiko Kuroda, el nuevo gobernador del banco central, Abe ha jugado un rol importante en vender la historia. En un discurso en la bolsa de Nueva York el mes pasado llamó a los estadounidenses "compren mi Abenomics".
En la entrevista, Abe reconoció que uno de los riesgos es el potencial impacto del alza en el IVA desde 5% a 8%, que comienza en abril próximo. Muchos economistas han alabado lo que consideran como el rechazo del primer ministro a pestañar, al impulsar el alza tributaria como primer paso para reparar las finanzas de Japón. Algunos se preocupan y sostienen que la economía es demasiado frágil para resistir este shock.
Pero Abe rechaza estas preocupaciones, apuntando al paquete de 5 billones (millones de millones) de yenes (US$51 mil millones) para contrarrestar cualquier impacto negativo. "Estoy seguro de que podemos resistir el efecto del alza en el IVA y mantener a la economía creciendo. Haremos todo lo que esté de nuestro lado para alcanzarlo". Dijo que tiene confianza en que el gobierno puede cumplir su meta de reducir el déficit primario -antes de pago de servicio de deuda- a la mitad hasta 3,3% del PIB para el año fiscal 2015. Si la economía se estanca, Abe apuntó a que todavía tiene reservas. "El gobernador Kuroda y yo tenemos exactamente la misma opinión cuando se trata de la necesidad de escapar de la deflación. El Banco de Japón hará lo necesario para cumplir su misión".
Sin embargo, hay al menos dos preocupaciones acerca de la política de inflación. La primera es que el reciente incremento en los precios del consumidor -a 0,8% en agosto- se debe casi enteramente a los elevados precios de la energía, como resultado de un yen más débil. Fuera de los precios de la energía y los alimentos, los precios del consumidor cayeron 0,1%. Japón, por lo tanto, tiene lo que se conoce como una inflación impulsada por los costos en vez de una inflación basada en la demanda que indicaría una economía saludable.
Un problema relacionado son los salarios. Una de las virtudes de la deflación ha sido mantener los estándares de vida. La inflación podría simplemente hacer a los consumidores nipones sentirse más pobres y menos capaces de gastar. Abe ha reconocido que, para que su plan funcione, los salarios deben subir. Él ha buscado convencer a las empresas de que aumenten los sueldos a los trabajadores, pero con poco éxito hasta el momento. E n la entrevista, dijo que sería difícil incentivar alzas salariales al relacionarlas directamente a un recorte de impuesto a las empresas. En cambio, él espera crear tal entendimiento entre empresas y sindicatos de que los beneficios de una economía en ascenso podrían compartirse. "Las ganancias de las empresas van al alza. Naturalmente, con un recorte a los impuestos, subirán incluso más. Si eso influye en los salarios, entonces el consumo debiera subir, expandiendo más el crecimiento económico. Con esto, las ganancias corporativas pueden subir y habremos ingresado a un círculo virtuoso".
El primer ministro dijo a Financial Times que las reformas estructurales son "absolutamente vitales", pero reconoció que el progreso podría ser lento. Un área crucial es la reforma laboral donde quiere facilitar a las empresas la contratación y el despido. Aquellos que apoyan un alivio de las estrictas leyes laborales dicen que ayudaría a cambiar trabajadores más rápido a industrias de crecimiento y que emparejaría la cancha entre los que trabajan para vivir y los crecientes números de trabajadores casuales. Abe, sin embargo, dijo que facilitar el despido era un tema muy sensible. Necesitaría más tiempo, dijo, para explicar tales políticas.
En cambio, propuso presionar con leyes para establecer zonas desreguladas, lo cual permitiría a las empresas evitar las leyes nacionales. Esas zonas serían diferentes tanto en escala como en alcance -según dijo- a los esfuerzos previos. Junichiro Koizumi, otro primer ministro que prometió drásticas reformas estructurales hace una década, trató, sin éxito de transformar tales zonas en un motor del cambio político.
Otra de las prioridades de Abe es sumarse al Trans Pacific Partnership, un tratado comercial de alto nivel que vincula a 12 países, incluyendo Estados Unidos. Abe tendrá que buscar un camino para cumplir su promesa de hacer las concesiones necesarias y proteger los productos sensibles como azúcar y arroz. Aún así, la conclusión de las complejas negociaciones está fuera de sus manos.
El próximo impulso de Abe es reducir los impuestos a las empresas, actualmente en 38%. Él mencionó Alemania, donde el nivel es de 30%, como una posible referencia. "Estoy consciente de nuestra necesidad de competir internacionalmente", dijo. Aquí enfrentará la oposición no sólo de quienes argumentan que Abenomics favorece a las empresas por sobre los consumidores, sino también de sus supuestos aliados en el ministerio de Finanzas -que es fiscalmente conservador-, a quienes no les gustan los regalos tributarios de ningún tipo.
La esperada pelea por los impuestos corporativos opaca las batallas que quedan por delante. Paradójicamente, con el partido liberal demócrata ahora más afianzado, la oposición a Abe desde dentro de su propio partido podría crecer. El PLD tiene lazos con muchos de los intereses creados, incluyendo agricultores y médicos, que Abe quiere asumir. Una vez que se conozca todo el plan Abenomics, parte de la misión del primer ministro desde ahora será mantener el impulso de su gran plan. Otra, sin embargo, será el desafío de la implementación de estas medidas de cara a políticos que piensan que Japón ya ha hecho suficiente.
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