La actividad de fusiones y adquisiciones está de vuelta. Un par de mega acuerdos al inicio del año confirmaron una imagen en la cual las fusiones y adquisiciones (M&A, su sigla en inglés) están creciendo de manera estable, incluso en Europa.

Esta es una buena noticia para los departamentos de M&A de los bancos de inversión. Pero ¿es motivo de celebración? La historia sugiere lo contrario. Más acuerdos podrían ser simplemente la respuesta de los ejecutivos a los últimos máximos alcanzados por el mercado accionario estadounidense.

Cuando se trata de tasación, las empresas no compran en el fondo, sino cuando las valoraciones están ya por sobre el promedio. Esto se debe en parte a que la fortaleza de la divisa del comprador es importante, tal como el precio de la empresa objetivo. Esto también se debe a que para las empresas es difícil tomar una decisión audaz cuando las cosas están en su peor momento. Por lo tanto, no hay una señal atractiva del gran volumen de acuerdos.

Segundo, las empresas son malas en definir cuándo es un buen momento para comprar. El último peak de actividad fue en 2007, justo antes de la crisis crediticia. El anterior fue en 2000, cuando estalló la burbuja del Nasdaq. Como todos, los directores ejecutivos compran caro y venden barato.

Es en parte gracias a este mal timing que la investigación académica ha mostrado por largo tiempo que los acuerdos tienden a no funcionar. Un clásico descubrimiento de la l iteratura es que cerca de 70% de los acuerdos no logran sumar valor.

Pero hay razones para ser más positivos sobre el tema. Primero, como señala un analista, las M&A globales están muy bajas en comparación con el patrón histórico. Hay espacio para un mayor repunte antes de que se alcancen los peak anteriores.

Más importante, las condiciones son las correctas para las adquisiciones que mejoren los retornos de los inversionistas. Hay una brecha entre los rendimientos de los flujos de caja y los rendimientos de los bonos corporativos, lo cual significa que los acuerdos pagados con deuda se pagan por sí mismos, mientras las empresas empiezan con un bajo nivel de apalancamiento.

Finalmente, los académicos están empezando a cambiar de opinión acerca de cuán despilfarradoras son las fusiones, en parte quizás porque los acuerdos se están haciendo menos despilfarradores con el tiempo. Un estudio de Cass Business School en 2011 encontró que en promedio agregaban valor a la economía británica; pero también descubrió una caída de 2,7 puntos porcentuales en el retorno sobre la acción para las empresas luego de haber hecho compras.

De todas maneras, es obvio que vendrán más acuerdos a menos que la política presente una nueva sorpresa negativa. Hay varias implicancias importantes para los inversionistas: primero, el rally en las acciones puede durar más tiempo, dado que un repunte en la actividad es señal de que viene un auge, no de que ya llegó un auge. Segundo, el escepticismo en los compradores debiera continuar, de manera que sería sabio buscar nuevos posibles objetivos.

Y por último, si las empresas van a empezar a acudir al mercado de crédito para financiar sus acuerdos, es hora de dejar el crédito y pasar a acciones.

Debes saber

¿Qué ha pasado?
Algunos grandes acuerdos de comienzo de año muestran que la actividad de M&A está de vuelta incluso en Europa.

¿Es una buena noticia?
La historia sugiere lo contrario. El último peak de actividad fue en 2007, justo antes de la crisis crediticia. El anterior fue en 2000, cuando estalló la burbuja del Nasdaq.

¿Qué consecuencias ha tenido?
Como consecuencia, cerca de 70% de los acuerdos alcanzados no logran sumar valor a la empresa, según cifras clásicas de la literatura empresarial.

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