Estados Unidos quedó aislado este viernes en la ONU, donde los demás miembros del Consejo de Seguridad tomaron turnos para criticar la decisión de Washington de reconocer a Jerusalén como capital de Israel.
En la reunión de urgencia solicitada por ocho países de los 15 del Consejo, Naciones Unidas advirtió a su vez del riesgo de una espiral de violencia tras la determinación del presidente Donald Trump.
A pesar de que esta medida va en contra a más de dos décadas de diplomacia estadounidense en Oriente Medio, Washington reafirmó su compromiso con alcanzar la paz entre israelíes y palestinos.
Con menor o mayor fuerza, los delegados de todos los países criticaron la decisión.
El Consejo de Seguridad, sin embargo, carece de medios para frenar el anuncio de la transferencia de la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén. Estados Unidos, miembro permanente de este ente, tiene derecho de veto sobre toda resolución o declaración del Consejo.
"Del 6 al 8 de diciembre" fueron anunciados "tres días de ira", advirtió el coordinador especial de la ONU para la paz en Medio Oriente, Nikolai Mladenov, quien también manifestó su temor a que la decisión estadounidense estimule "un radicalismo religioso".
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Solo una "negociación entre las dos partes" puede decidir el futuro de Jerusalén, insistió el responsable de la ONU, llamando a los líderes mundiales a "apelar a la sabiduría" para mantener la calma en la región.
Trump y su gobierno "siguen comprometidos con el proceso de paz" en Medio Oriente, declaró la embajadora estadounidense en la ONU, Nikki Haley, quien rechazó "los sermones y lecciones" y reivindicó a su país como el único mediador posible en el conflicto.
"Comprendo que los cambios son difíciles", pero "nuestras acciones buscan hacer avanzar la causa de la paz", dijo.
Estados Unidos no tomó "posición sobre los límites o las fronteras" en disputa y el "status quo se mantiene para los lugares santos", aseguró la diplomática.