Mientras muchos se preguntaban si el Presidente Trump sería tan agresivo como el candidato Trump o se moderaría, varias de las promesas que anunció durante su campaña comenzaron a cumplirse a una velocidad vertiginosa. Tanto, que en menos de una semana de Gobierno ya firmó el decreto para acabar con el Obamacare, fijó reunión con los líderes de México y Canadá para revisar el Nafta, inició las gestiones para trasladar la embajada de EEUU desde Tel Aviv a Jerusalén, limitó el financiamiento a las ONG a favor del aborto y -lo que quizás más toca a Chile- suscribió el decreto para salirse del TPP.
Es cierto que Chile ya tiene acuerdos de libre comercio con todos los que serían miembros del bloque, y también es efectivo que hace tiempo se sabía que el TPP fracasaría, considerando que ambos candidatos presidenciales en EEUU habían hablado de sacar a la potencia del pacto. Sin embargo, más allá de que perder el TPP no sea tan relevante para Chile, la señal que entrega Trump a favor del proteccionismo es preocupante por dos razones. En primer lugar, porque pone en duda el modelo de apertura comercial que ha tomado fuerza a nivel mundial, y en segundo lugar, porque no sabemos si, como consecuencia de su visión proteccionista, terminará por revisar los tratados de libre comercio, por ejemplo, con Chile.