El jueves, un barco migrante con 500 personas a bordo desde África a Europa se incendió y zozobró cerca de la isla de Lampedusa en el sur de Italia. Hasta el viernes en la noche 111 cuerpos habían sido recuperados y otros 200 seguían desaparecidos. Los europeos están acostumbrados a reportes sobre los migrantes ahogándose cuando se dirigen a la costa italiana. Pero la escala de este último desastre significa que los líderes de la Unión Europea deben enfocarse mucho más en cómo frenar estas tragedias.
Cada año cientos de miles de migrantes y refugiados llegan a la UE desde el Medio Oriente, Africa y Asia. La mayoría dirigidos hacia Alemania. Pero aquellos que se embarcan por el Mediterráneo hacia Italia son los más vulnerables. Dado que viajan en barco, su ruta es traicionera. Son cargados en barcos por inescrupulosos traficantes de personas.
Este problema solo empeorará. En los últimos 20 años, cerca de 25 mil migrantes han muerto en el Mediterráneo. Ahora la primavera árabe ha creado enormes salidas de refugiados desde Siria, Libia y otros países africanos, sumándose al problema.
Los políticos europeos encuentran dificultades para responder. Ningún miembro de la UE busca legalizar su flujo de refugiados relajando los controles de visa o permisos de residencia y trabajo. Pero la tragedia de Lampedusa debiera poner un foco en tres áreas de política.
Primero, debe haber un esfuerzo coordinado por parte de los estados miembros de la UE para sondear las aguas mediterráneas. La UE este año está fijando un nuevo sistema de vigilancia para identificar pequeñas embarcaciones. Esto es bueno, pero la UE no puede defender sus fronteras solo de manera pasiva. La ONU ha argumentado que todos los barcos de migrantes en el Mediterráneo debieran ser considerados como potencialmente en problemas.
Segundo, la UE debiera tratar de establecer sociedades sobre el tema de la migración con aquellos países que son la fuente de los refugiados. Esto es difícil, dada la débil institucionalidad de gobierno en esos estados. Pero la acción común es esencial.
Tercero, los países de la UE se deben comprometer en un debate más robusto entre ellos acerca de cómo compartir la carga de los flujos migrantes. Las últimas cifras sugieren que Alemania, Francia, Italia y Reino Unido reciben la mayoría de los migrantes y personas en busca de asilo. Pero otros estados de la UE necesitan enfrentar sus obligaciones. Ninguno de estos temas es fácil de combatir. Pero escenas como las vistas la semana pasada solo empeorarán a menos que se encuentre una solución. La reforma migratoria es un tema que necesita más atención que la que tiene hoy en Europa.
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