Si uno se adentra en las oficinas centrales de Facebook en Menlo Park, California, una de las primeras cosas que verá es una serie de chillonas pasarelas naranjas. Podrían parecer una pieza de arte, pero apuntan a un curioso experimento.

Hace unos meses, Mike Schroepfer, director de tecnología, decidió que era crucial vincular todos los edificios de la empresa con pasarelas horizontales. ¿La razón? Facebook emplea a más de 4.000 personas, 40% más que hace un año, y Schroepfer teme que esa explosión en tamaño pueda dejar a sus ingenieros fragmentados. Entonces quiere impulsarlos a pasar por los edificios a través de los puentes, intercambiando ideas en vez de quedarse en sus departamentos.

La pregunta crucial es si es deseable -o posible- evitar que los empleados se replieguen a guetos departamentales cuando las empresas se hacen más grandes. Hace una década, cuando Facebook era una start-up, la fragmentación no era una amenaza. Dado que todos los ingenieros estaban hacinados en una sola oficina pequeña, era fácil para la gente lanzar ideas con Mark Zuckerberg, director ejecutivo, o con cualquier otro, y generar una innovación real.

Pero el mundo tecnológico está lleno de ejemplos de start-ups que pierden su chispa cuando crecen y se transforman en burocracias gigantes. Sony y Xerox son ejemplos extremos. Incluso gigantes como Microsoft han batallado contra esta maldición. Después de todo, cuando las compañías y departamentos se vuelven exitosos con un producto, tienen incentivos para defenderlos incluso si la tecnología está cambiando a su alrededor.

Algunas, como Apple, han logrado superar los problemas (por lo menos por un período) con un director ejecutivo fuerte que derriba los silos. Facebook está intentando adoptar un enfoque más estratégico: en los últimos meses, ha adoptado iniciativas para mantener a su equipo chocando entre ellos, y produciendo ideas frescas.

Algunas de esas ideas son bastante estándar. Una vez a la semana, por ejemplo, la empresa realiza reuniones abiertas que permiten al equipo mezclarse e interrogar a Zuckerberg. Otras son más inusuales. Recientemente se introdujo un sistema para impulsar a los empleados a almorzar con una persona de otro grupo seleccionada al azar. A los ingenieros se les permite cambiar equipos de manera regular y hacer ensayos en diferentes departamentos.

Hace que los nuevos trabajadores acudan a sesiones de entrenamiento donde personas con diferentes habilidades se ven forzadas a vincularse y son impulsados a mantener un contacto cercano. "Esto ha sido importante para romper los silos, esto ayuda a tener una relación duradera con el todo", explica Jocelyn Goldfein, directora de ingeniería en celulares. "Si conoces sólo a una persona en otro departamento, realmente ayuda".

Para evitar los dimes y diretes, incluso hay una prohibición formal de llamar a colegas de otros equipos de otra forma que no sea el nombre de pila, dado que usar títulos, plantea Schroepfer, es "una señal de deshumanizar un grupo".

Luego están las "hackatones", eventos de programación informática que duran toda la noche y se realizan una vez al mes. En realidad, la mayoría de los grupos tecnológicos realizan tales sesiones de brainstorming, pero en Facebook a los ingenieros se les exige colaborar a través de los equipos. "Uno de los mayores desafíos con una compañía que está creciendo rápido es que, a medida que se suman más personas, se dejan de conocer entre ellos o de juntarse entre ellos. La comunicación empieza a subir y bajar en silos", plantea Pedram Keyani, director de ingeniería para la integridad del sitio. "Las hackatones realmente ayudan a romper esa estructura".

Entonces, ¿Logrará Facebook romper estos silos y promover ideas frescas? Ejecutivos dicen que las hackatones ya han producido innovaciones como el botón "me gusta" y varias características de video. Y, hasta el momento, Facebook se las ha arreglado para asegurar que sus empleados se definan a sí mismos como parte de una "tribu" común. Recientemente observé una hackatón, por ejemplo, donde los ingenieros colaboraban de manera activa con gente de otros departamentos, a quienes apenas conocían. Todos insistieron en que la compañía había, hasta ahora, hecho un trabajo impresionante de evitar el tipo de guerras internas que habían visto en empresas como Xerox, Sun y Sony.

Pero mientras más crece la empresa, mayor es el riesgo de convertirse en una burocracia. Y aunque Facebook ha producido algunas ideas cada vez más inteligentes en el último año, no ha deslumbrado al mercado con alguna innovación que cambiará las reglas del juego últimamente. Toda su ingeniería social, en otras palabras, es admirable y fuerte; pero todavía está por verse si realmente permitirá a la empresa evitar la maldición del éxito.

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