Fondos éticos, el tema en deuda de las empresas chilenas




Invertir responsablemente, bajo criterios de sostenibilidad y conciencia social, es una práctica  cada vez más demandada por las empresas a nivel global.

Un ejercicio que recién despierta interés en los directorios locales, aunque sin todavía entregar resultados concretos  en Chile.

Al hablar de fondos éticos, se consideran aquellos capitales de inversión en los que figuran determinados valores sociales sobre los estrictamente financieros. Estos pueden ser de carácter medioambiental, salud, justicia, o cualquier otro relacionado a la sostenibilidad. Asimismo, al ser especializados, tales herramientas ofrecen a sus ejecutores una cartera de activos que, además de producir resultados financieros equivalentes a los del mercado, ofrecen a sus accionistas la seguridad de que sus ahorros se destinan a empresas socialmente responsables.

Un valor que para Ignacio Larraechea, gerente general de Acción RSE,  se transparenta en ciertos beneficios. “Las compañías que se atienen a las exigencias económicas, sociales y ambientales solicitadas cada vez más por el entorno en el que se insertan, consiguen una mayor preferencia de los consumidores, ya que los premian con su compra al ser socialmente responsables. También, obtienen una mayor atracción de recursos humanos (trabajadores más propensos a ofrecer sus servicios en estas empresas) y una fuerte atracción de capitales. Esta última vía es la que relevan las experiencias de fondos éticos”, señala el ejecutivo.

A ello, se suma el poder conseguir “consonancia ética”, es decir, relevancia por aquellas acciones que se ajustan a los valores corporativos de la propia empresa. Eso, más una mayor rentabilidad de largo plazo. “Como resultado de lo anterior, el aumento de la oferta relativa de financiamiento tendería a disminuir el costo financiero de las empresas reconocido en los fondos verdes”, indica Larraechea.

Cuestión que fue reafirmada por el estudio “Coste o Beneficio de la Inversión Socialmente Responsable”, elaborado por académicos de la Universidad de Zaragoza en 2013. En él, uno de los desarrolladores del informe, el catedrático Gómez-Bezares, director del departamento de Finanzas y Contabilidad de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Deusto Business School, afirmó que “los fondos éticos son tan rentables o más que los convencionales y no lo hacen peor por dirigirse a un universo más estrecho, porque tienen mejores habilidades de selección”. Consideró además que “las empresas con estándares éticos son más rentables a largo plazo, porque se exponen a menor riesgo y tienen una mayor resistencia a los shocks de mercado”.

Situación que se replicó en 2013, donde varios gestores de este tipo de mecanismos obtuvieron rentabilidades significativas. Fue el caso del fondo Julisus Baer Multipartner-Robecosam Sustainable Healthy Living Fund, de la gestora Swiss & Global Asset Mgmt. Sus credenciales obtuvieron una rentabilidad de un 17,52%, ubicándose en el primer quintil de ese año, respecto a la volatilidad que cifró un 8,57%.

Escenario similar a lo experimentado en el fondo Pioneer Funds-Global Ecology, de la gestora Petercam S.A. la cual, durante el mismo periodo, acumuló alazas de 22,63%, mientras que en los tres últimos años lo hizo en 43,91%.

Fondos hermanos 

Pero, ¿es el fondo ético la única herramienta para una inversión socialmente responsable (ISR)?

Si bien dicha acción promueve el desarrollo de una ISR, le siguen otras alternativas que en términos bursátiles suelen confundirse.

Sabiendo que los fondos éticos son aquellos cuyos montos dejan fuera la capitalización en compañías de armamento, juego y alcohol, entre otras, existen también los fondos de desarrollo sostenible, los cuales poseen un enfoque de “best in class”. En él se seleccionan las mejores compañías en cuanto transparencia o diálogo empresarial. Aparecen también, los fondos solidarios, los cuales, a diferencia del resto, ceden una parte de su comisión a ONG u organismos social. Por su parte, los fondos temáticos o green fund centran su inversión en organizaciones de servicios como de agua, energía limpia o cambio climático.

Chile aún en deuda

Cumpliendo ya cuatro años como integrante de la OCDE, Chile aún se mantiene atrás en materia de responsabilidad social, frente al resto de las naciones que integran el organismo. Es lo que ocurre con el ejercicio de los fondos éticos, a la espera de que compañías locales inicien este camino, efectuado en países desarrollados.

Arturo Cifuentes, director  académico del Centro de Regulacion y Estabilidad Macrofinanciera de la Facultad de Economia y Negocios de la Universidad de Chile, mantiene dicha afirmación. “No hay intentos locales en este ámbito. Quizás existan algunos enfocados en energías renovables, pero es porque gustan del negocio, no por vincularse a una cuestión ética”,precisa.

De igual modo, Ignacio Larraechea enfatiza la importancia de esta práctica para el país. “Canadá es un buen ejemplo en este tipo de herramienta de inversión. Sin embargo,  aunque es un tema en ciernes en Chile, nos parece de suma relevancia, ya que instala la sostenibilidad desde dos miradas fundamentales: transmite a la ciudadanía que es posible tomar decisiones financieras que no se rijan sólo por criterios de rentabilidad, y le dice a las empresas que su gestión también se mide integrando otras variables, lo que se traduce en una mejor sociedad”, manifiesta.

Con ello, a fin de promover la inversión socialmente responsable en nuestro país, en octubre próximo se dictará el Programa de Inversiones Responsables, organizado por GovernArt y la Agenda Líderes Sustentables 2020 (ALAS20), enmarcado en los Principios de Inversión Responsable (PRI) de la ONU (ver recuadro).

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