Cuatro años de estar en el Gobierno le han pasado la cuenta al Partido Socialista en Francia. Dividido entre un ala de izquierda radical y un ala "moderada", el que fuera uno de los partidos más prominentes del escenario político parece relegado al quinto puesto en las encuestas. Ese es el retrato del Partido Socialista francés, que el domingo pasado celebró sus primarias presidenciales, en unos comicios que solo dejaron en claro las dificultades que tiene el partido del presidente François Hollande para hallar una línea en común. Benoit Hamon, ex ministro de Educación de Hollande, outsider que lidera el ala más izquierda del partido, ganó la elección, sobre el ex primer ministro Manuel Valls, y su programa liberal pro mercado. Hamon se medirá con Valls nuevamente el próximo domingo, y las encuestas lo favorecen.
Con apenas 1,5 millones de votantes (la primaria de la derecha convocó casi el triple), las primarias socialistas son poco relevantes para sus candidatos o el propio partido. Sin embargo, pueden alterar considerablemente el escenario presidencial de la segunda economía más grande de la Unión Europea.
Las últimas encuestas apuntan a que la definición presidencial será en mayo, en segunda vuelta, entre Marine Le Pen, del partido de extrema derecha Frente Nacional; y el conservador Francois Fillon. Ambos lideran los sondeos con 26% y 25% de la intención de voto, respectivamente. Pero recientemente el surgimiento de Emmanuel Macron amenaza con cambiar el panorama.
Macron, de 39 años, ex ministro de Economía de Hollande, fundó su propio partido, el progresista En Marche! en abril pasado, y ha salido a conquistar al electorado liberal de centro. Este ex banquero es comparado con el popular primer ministro canadiense, Justin Trudeau, por su discurso modernizador, con fuerte énfasis en una "revolución democrática" y combate a la desigualdad. Europeísta, Macron sacudió al establishment al hablar en inglés en una conferencia en Bruselas. Ha desafiado públicamente a los partidos tradicionales y convocado a todo el electorado que se sienta defraudado por ellos. Mientras, promete reformas radicales para flexibilizar el mercado laboral, como la libertad para que empresas y trabajadores negocien directamente las jornadas y salarios.
En la última encuesta, publicada el jueves pasado, el apoyo a Macron había saltado cuatro puntos, en apenas una semana, a 21%. Aún lejos de Le Pen y Fillon, pero lo suficientemente cerca como para dar un impulso a su campaña hasta abril. Es más, Oxford Economics y algunos sondeos coinciden en que, de pasar a segunda vuelta, Macron podría vencer tanto a Fillon como a Le Pen.
Aquí es donde la división y la primaria socialista es clave. De ganar Hamon el domingo, será fácil para Macron atraer a los electores de Valls, debido al parecido de sus agendas. No solo eso, también podría atraer el apoyo de pesos pesados del Partido Socialista, que no comparten la agenda de Hamon, que incluye un salario básico universal e impuestos a los robots que usen las empresas, y que finalmente prefieren apoyar a un candidato que pueda vencer en segunda vuelta, aunque no sea el elegido en las primarias.
Escenarios para Europa
La pregunta que, al final del día preocupa a Europa, es qué candidato será capaz de vencer a Le Pen. La líder nacionalista se prepara para lanzar su campaña el próximo 4 y 5 de febrero en Lyon, solo entonces develará su actual programa. Pero ya son conocidas sus propuestas de reintroducir el franco, creando un sistema paralelo al euro; recuperar la relevancia y autonomía del Banco de Francia frente al Banco Central Europeo; cortar los aportes al presupuesto de la UE, reindustrializar la economía, y, principalmente, impulsar un referéndum para que los franceses decidan, continuar o no en el bloque. Una salida de Francia sería el golpe de gracia, que sellaría el fin de la UE.
Por el contrario, Macron aboga por una mayor coordinación a nivel europeo en materia de migración y seguridad, para enfrentar la amenaza terrorista; y mayor integración monetaria y fiscal, para "completar el proyecto del euro".
El conservador Fillon parece en el punto medio, con una propuesta de una "UE fuerte que sirva de contrapeso real a EEUU, China y Rusia", como aseguró al diario alemán FAZ. Eso sí, con un liderazgo centrado en los estados y sus gobiernos, y no en una Bruselas distante. Fillon busca darle nueva vida al pacto europeo, con reformas a nivel del bloque, como un sistema tributario generalizado para empresas de la región, así como el impulso del euro como una moneda de reserva internacional, "para liberarnos de la tutela del dólar". Respecto a Francia, Fillon advierte que bajo su gobierno el país no aceptará más refugiados e implementará reformas económicas para reducir su deuda y su déficit, hasta lograr un balance fiscal estructural.
Para Oxford Economics, las propuestas de Fillon están de acuerdo al ánimo que impera en Francia, y podrían impulsar del crecimiento del país en 0,7% del PIB. Nada despreciable para una economía que ha crecido un promedio de 0,8% anual desde 2012. Por el contrario, las ideas de Le Pen podrían restarle unos 30 puntos base al crecimiento francés. Sobre Macron, asegura que su candidatura aún necesita de un "fuerte impulso" para lograr pasar a la segunda vuelta.
En Berenberg dan por sentado que Le Pen no llegará al Eliseo. "Si Macron llega a la segunda ronda, le ganaría a Fillon y a Le Pen. Si Fillon es el que pasa, también ganaría a Le Pen. Pero ya sea Fillon o Macron, quien gane la presidencia impulsará serias reformas pro crecimiento. Esto abre un positivo escenario para nuevas reformas en Europa".
En tiempos de Donald Trump, los analistas favorecen a los candidatos que ofrezcan la idea de una Unión Europea más fuerte, que pueda salir en defensa de la OTAN y sea un contrapeso geopolítico, aunque como dice Holger Sandte, de Nordea Markets, hoy todas las condiciones están dadas para un triunfo de Le Pen: alto desempleo (9,7% y 26% entre los jóvenes), sentimiento anti globalización, la idea de ser dominados por Bruselas y Alemania y problemas de integración de la masa migratoria.