Si bien la firma japonesa ha crecido un 45% en ventas en lo que va del año, Mitsubishi estima grandes efectos en los precios si se aprueba el impuesto automotriz que considera la reforma tributaria.

Francisco Urzúa, gerente general de Mitsubishi Motors Chile, prevé cerrar el año en torno a las 12 mil unidades colocadas, pero admite que la definición del impuesto los hace proyectar con cautela el próximo año.

“Con la reforma, lo que conseguirá el gobierno es recaudar menos porque se venderán menos autos nuevos”, estima Urzúa, quien agrega que la modificación “pone un incentivo a contaminar más porque el parque de autos usados se va a mantener por más tiempo y la renovación por tecnologías más nuevas y más limpia será más lenta”.

¿Cuál es su impresión respecto del cambio al impuesto planteado el fin de semana?

La intensión del gobierno era hacer un impuesto verde, pero éste de verde tiene muy poco porque está gravando básicamente a los vehículos nuevos cuando en realidad los que más contaminan son los usados. Hay que considerar que hoy los vehículos diésel son norma Euro5 y los bencineros a partir de septiembre también lo serán. Entonces, lo que pasa es que vehículos con cuatro o cinco años de antigüedad son Euro2 y estos son los que más contaminan.

¿Este impuesto incentiva indirectamente la compra de usados?

Totalmente. Como hace que el precio final a pagar por un auto nuevo suba, habrá un baja en la demanda de estos y, como contraparte, un incentivo a comprar más autos usados. Con ello, lo que conseguirá el gobierno es recaudar menos porque se venderán menos autos nuevos y, a su vez, pone un incentivo a contaminar más porque el parque de autos usados se va a mantener por más tiempo y la renovación por tecnologías más nuevas y más limpia será más lenta.

Inicialmente se proponía gravar sólo a los diésel, ¿qué le parece que ahora se extendiera a los bencineros?

Creo que dio un paso en el sentido correcto, porque ambos vehículos contaminan. Pero fue un paso no completo porque se dejaron afuera los autos usados. Pienso que el gobierno se dio cuenta que el impuesto original era un error; fueron muchas embajadas y asociaciones de marcas las que se expresaron.

Considerando la ecuación que plantea la normativa, el óxido de nitrógeno tiene mayor peso que el dióxido de carbono. ¿El impuesto grava más a los diésel?

Exactamente. Si uno compara dos autos similares, uno diésel y otro bencinero, el impuesto a un vehículo diésel puede ser hasta cinco veces más que el de uno bencinero. Entonces, lo que se entiende es que el gobierno piensa que los diésel contaminan cinco veces más que uno a gasolina, pero lo cierto es que los diésel emiten más óxido de nitrógeno (NOX), pero menos CO2 que es el que afecta el calentamiento global, por lo cual es cuestionable el punto del gobierno.

Con la versión inicial del impuesto se planteaba que la venta de autos diésel sería inviable, ¿qué pasa ahora?

Como está ahora, en ciertos segmentos los vehículos diésel quedarán fuera de mercado. En un vehículo de pasajeros o un SUV, si hay uno a gasolina la opción será vender ese. En los de trabajo, en cambio, vender un diésel va a tener sentido porque estos tienen ciertas condiciones que no tiene el bencinero como mejor torque y mejor comportamiento en altura.

Hay  varias excepciones para los vehículos de empresas o de transporte de pasajeros. ¿Son adecuadas para no afectar a los distintos pilares de la economía como la minería?

La excepción a las empresas no es tan clara. En el caso particular de las camionetas, para que no sean gravadas tienen que permanecer 36 meses como parte del activo fijo de una empresa, con lo cual si la empresa la vende antes de ese plazo tendrá que pagar el impuesto. Con esto muchas empresas, como las relacionadas con la minería, van a pagar el impuesto porque el tipo de uso que tienen esas camionetas hace inviable que no renueven la camioneta en tres años.

En el caso de Mitsubishi, cerca de un 65% de las ventas son de autos diésel.

Como referencia, en el caso del Montero Sport el impuesto parte en $900.000 para gasolina, y hasta un $1.600.000 para el diésel.

¿Hay preocupación en la fábrica por esto?

La fábrica está muy preocupada porque la tecnología diésel disponible en Chile es de muy alto estándar. Hay cierta frustración, ya que han hecho inversiones en tecnología para que esté disponible en el país. Este impuesto es desproporcionado y va a dejar afuera una tecnología que es limpia.

¿Cómo importadores, están más cautos en torno a los inventarios?

Estamos a la espera de ver qué es lo que se aprueba.

Pero a la hora de encargar unidades existe una competencia con otras regiones, ¿esto los pone en desventaja?

Es un muy buen punto, porque se hace muy difícil planificar con toda esta incertidumbre. Sin embargo, no hemos bajado de forma drástica los pedidos.

¿Sin embargo, de dilatarse la discusión, el año 2015 podría ser uno con inventarios muy acotados?

Sí, si se extiende todo el próximo año la industria podría tener inventarios muy acotados. Por eso nuestra estrategia ha sido balancear esto, para después no estar lamentando la falta de productos ante una potencial buena demanda en los próximos meses. Con cautela, pero sin poner en riesgo el negocio.