La elección de Alfredo Moreno para liderar el Ministerio de Desarrollo Social fue inesperada no sólo en el mundo político, sino también empresarial. Su llegada al gabinete de Sebastián Piñera ha generado algunas críticas por proceder desde la presidencia de la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC). De presidente de los empresarios al Gobierno, afirman los que cuestionan. Sin embargo, su origen empresarial no puede ser un impedimento para estar en el sector público. Muy por el contrario, existen muchas buenas prácticas que se podrían adoptar, traspasar o adaptar desde el sector privado al sector público. La meta de reducir en 25% la pobreza en Chile durante su gestión parece ambiciosa, objetivo para el cual su experiencia en el mundo privado será vital. Ahora bien, ¿es criticable que abandone la presidencia de la CPC a mitad de su gestión? No, así son las reglas del mercado. Lo interesante de todo lo anterior es que tras su nombramiento, su figura podría traspasar el frío mundo empresarial para ser un rostro más social y, dependiendo de su gestión, ese ministerio podría transformarse en un trampolín político. No por nada lo han sindicado ya como una carta de presidenciable para las próximas elecciones. Más allá de que parece un debate un tanto anticipado, sí es cierto que Moreno puede ser un ministro con alta exposición.

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