Las activistas Makoma Lekalakala y Liz McDaid, recién galardonadas con el Premio Goldman (el "Nobel medioambiental") por lograr la invalidación de un acuerdo nuclear millonario en Sudáfrica, explicaron que África vive un momento crucial para apostar por la energía limpia.
En conversación telefónica desde San Francisco (EEUU), donde hoy se celebra la gala de entrega de los Goldman, ambas destacaron que África no puede convertirse en "el vertedero" de todas esas "tecnologías contaminantes" que, poco a poco van perdiendo terreno en Europa y otros puntos debido a su peligrosidad y daño al planeta.
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"Tanto la energía nuclear como el carbón son tecnologías anticuadas que hay que dejar atrás. África tiene una oportunidad fantástica de dejar fuera estas técnicas sucias y entrar en el mundo de las renovables", expresó McDaid.
"Tenemos que hacer rendir cuentas a nuestros gobiernos y decirles 'si sois conscientes de los riesgos del cambio climático ¿por qué la energía nuclear? Usad las energías limpias disponibles, no es necesaria'", opinó Lekalkala.
El reconocimiento con el considerado 'Nobel medioambiental' a estas dos activistas sudafricanas llegó, precisamente, a raíz de esta lucha.
Lekalakala y McDaid encabezaron una campaña para detener un plan nuclear millonario del Gobierno del expresidente Jacob Zuma (2009-2018), que no solo provocó preocupaciones medioambientales sino que también levantó fuertes sospechas de corrupción y de inviabilidad para las arcas públicas.
Hasta dos ministros de Finanzas fueron cesados por el entonces presidente sudafricano por su oposición a la construcción de nuevos reactores, en la que también había implicados intereses rusos, estadounidenses y coreanos.
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Numerosas voces habían relacionado la inflexible apuesta de Zuma por la energía nuclear con la compra de una mina de uranio por parte de una familia de empresarios afines -los Gupta, actualmente buscados por la Justicia-, en la que tenía también acciones uno de los 22 hijos del expresidente.
Pese a que la lucha se antojaba titánica, Lekalakala y McDaid, acompañadas por numerosas organizaciones de la sociedad civil, lograron que el acuerdo fuera declarado "ilegal" e "inconstitucional" por la Justicia, por no someter el proyecto a un proceso previo de consulta pública.
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"Desde nuestra perspectiva estábamos centradas en que rindiera cuentas nuestro Gobierno, no pensábamos que íbamos en contra de otros intereses, de otros países", puntualizó a McDaid.
El objetivo era, señaló, "asegurar que las decisiones energéticas se tomaran en el interés de nuestro pueblo y no de los intereses de una élite".
Para ello tuvieron que combatir mensajes como el de que la energía nuclear es el "mal menor" o de el que serviría a los más vulnerables para tener electricidad asequible.
"Hubiera llevado a la bancarrota al país", afirmó Lekalakala, antes de apuntar que, además, la construcción de los reactores habría durado "años y años".
"Siendo un país muy desigual, nos hubiéramos encerrado en la pobreza para siempre", agregó McDaid.
El fallido acuerdo nuclear y la forma en la que el caso levantó ante la mirada de todos las sospechas de corrupción sobre Zuma no jugaron un papel menor en la caída final del expresidente, obligado a renunciar al cargo por su propio partido el pasado febrero.
Esta edición de los Premios Goldman, que se crearon en 1990 y distinguen anualmente a figuras destacadas en la protección del medioambiente, está dominada por mujeres.
Además de las sudafricanas, entre los premiados están también la colombiana Francia Márquez, activista contra la minería ilegal en la región de Cauca; y la francesa Claire Nouvian, por su trabajo contra las prácticas pesqueras destructivas.
Completan la lista el filipino Manny Calonzo, por su labor contra el uso de la pintura con base de plomo; la estadounidense Leeanne Walters y su campaña por el agua potable en Michigan y la vietnamita Khanh Nguy Thi, por su lucha para reducir las emisiones de carbono en su país.
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Para las sudafricanas, el premio supone un gran honor, aunque cuando les comunicaron la noticia por primera vez, semanas atrás, no podían creerlo y dudaron incluso sobre si se trataba de una broma.
"Lo ha ganado gente que realmente ha inspirado a otra gente, a miles de personas, a actuar para proteger el medioambiente", indicó Lekalakala.
La relevancia del galardón, agregó su compañera, es una oportunidad para "inspirar a otras generaciones", africanas o no, a fin de que sean conscientes: "solo tenemos un planeta".