EL AÑO PASADO 236.116 personas viajaron entre Santiago y Sydney; 471.261 entre Santiago y Madrid, y entre Santiago y Melbourne, 17.921; esto según las cifras de tráfico internacional de la Junta de Aeronáutica Civil (JAC). Todos estos pasajeros atravesaron varios husos horarios para llegar a su destino y probablemente la mayoría lo hizo de ida y de vuelta.
El cruzar por muchas zonas horarias tiene una incidencia importante en el cuerpo humano y puede ser fatal para quienes viajan por negocios y tienen que llegar a rendir. "Es una alteración al ritmo circadiano. El JetLag es algo que ocurre normalmente cada vez que desfasamos nuestro reloj biológico, el cual está acostumbrado a tener señales de sueño y de vigilia a cierta hora", explica Catalina Torres, neuróloga de la Clínica Santa María.
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La doctora, especialista en trastornos del sueño, comenta que este síndrome se empieza a notar ya cuando hay dos horas de cambio de horario. "Si se viaja de Norte a Sur no va a tener JetLag. Obviamente, entre más largo el viaje, mayor va a ser el impacto y, además, hay un mayor impacto cuando se viaja hacia el Este que hacia el Oeste, porque hacia el Este estás perdiendo horas de sueño", asegura.
Por ejemplo, el vuelo de ida a Melbourne desde Santiago se demora aproximadamente 15 horas, y la vuelta 13 horas (esta diferencia se da debido a una corriente de viento denominada Jet Stream que hace que el tiempo de viaje sea menor de oeste a este), pero no es eso lo que más afecta, sino el hecho de que la ciudad australiana tiene 13 horas más que nuestra capital. Es decir, si su vuelo sale a las 12:50, llegaría a Melbourne a las 17:50 del día siguiente, pero para su cuerpo serían las 3:50 de la mañana.
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Fatiga, confusión en el momento de tomar decisiones, Irritabilidad, falta de memoria y problemas digestivos, son algunos de los síntomas que puede provocar el Jet Lag, los cuales se suman al cansancio que produce el viaje en sí. En promedio, los efectos pueden durar tres días dependiendo de persona, algunos lo resienten más que otros.
"El principal consejo del JetLag es prevenirlo. No hay manera de evitarlo, pero podemos amortiguarlo un poco antes", afirma la doctora Torres y comenta algunas maneras para preparase antes del viaje: "Ojalá comenzar una semana antes a adaptarse al horario. Si a donde llegas va a ser más tarde acostarte más tarde, si tu destino es más temprano te acuestas más temprano, empezar de a poco a cambiar una o dos horas, en la medida de lo posible". El ideal es no trasnochar los días de antes para no viajar con "deuda de sueño", es decir, haber dormido entre 7 u 8 horas.
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Además, hay que evitar las bebidas con cafeína el día previo y el posterior. Un buen dato es cambiar la hora a la del lugar que se viaja apenas se suba al avión, y desde entonces empezar a regir las comidas y la exposición a la luz (solar y electrónica) -las variables con las que el cerebro regula el reloj biológico- según ese horario. Para esto puede servir la melatonina -todo fármaco debe ser por indicación médica- que ayuda a ajustar el horario: al tomarlo una hora antes de dormir en la hora de destino le da una señal al cerebro que es de noche.
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"Adaptar el reloj biológico interno requiere unos días", advierte la neuróloga por lo que recomienda en casos de viajes por negocios programarse para llegar, al menos, un día antes. "Los primeros días vamos a tener una capacidad cognitiva y un rendimiento más bajo y hay que aceptarlo". Una vez ahí, lo mejor que se puede hacer es hidratarse, moverse o ejercitarse y respetar la hora local.
Aquellos que viajan mucho y están constantemente expuestos a cambios de husos horarios, sufren de alteración de sueño por turnos, tienen siempre el reloj biológico desajustado. "Esos pacientes deben consultar a un especialista, probablemente nunca van a tener una calidad de sueño ni concentración adecuada", comenta la especialista.