El miércoles pasado, el presidente electo fue claro. En su primera conferencia de prensa desde julio del año pasado, Donald Trump amenazó a las compañías –tanto locales como extranjeras– que quisieran seguir “aprovechándose del país” con fuertes impuestos aduaneros si es que construyen plantas y “llevan los empleos” a otras latitudes. Las críticas se enfocaron fuertemente en las industrias automotriz y farmacéutica.
A menos de una semana de sus comentarios, la compañía estadounidense General Motors anunció nuevas inversiones en el sector manufacturero, por alrededor de US$1.000 millones. Además, informó la empresa este martes, se anunció el traslado de parte de su producción al país desde México y la creación de 7.000 puestos de trabajo en EEUU.
La producción de ejes para sus camionetas se moverá a Michigan, incluyendo las faenas que antes se llevaban a cabo en México. Esto significará retirar 100 empleos del país latinoamericano y trasladarlos a su vecino del norte.
Y Wal-Mart se sumó a la tendencia, con un anuncio este martes sobre la creación de 10.000 puestos de trabajo en Estados Unidos durante este año.
Estos trabajos adicionales serán creados en los 59 nuevos supermercados que el gigante minorista planea abrir en 2017, lo que significará una inversión de US$6.800 millones, y en algunos locales que están siendo renovados o ampliados.
Wal-Mart –el mayor empleador privado en el país– también creará empleos en su división de servicios en línea, arista a la que la empresa le ha dado prioridad para contrarrestar la fuerza de Amazon.