A donde uno mire, Google está haciendo cosas notables. Pronto podría superar a Apple en descargas de aplicaciones; está desarrollando autos que se manejan solos; la gente viste sus anteojos de realidad aumentada; está firmando acuerdos de energías renovables en Sudáfrica y Suecia.

De ser una empresa de un solo producto que aprovechaba una ola de riqueza con búsquedas de internet pagadas, Google está emergiendo como una empresa dominante de tecnología de consumo de comienzos del siglo 21, junto con Amazon. Fred Wilson, capitalista de riesgo, acusa a la empresa de tratar de controlar internet, "como Microsoft trató de hacerlo con los computadores personales… ¿Quién detendrá a Google?".

Mi respuesta es: nadie, o no fácilmente por lo menos. De hecho, la mejor comparación para Google parece no ser Microsoft en los '80, sino General Electric a fines del siglo 19, la era de la electrificación. Como GE, Google es una empresa industrial multifacéticas que apuesta por una ola de tecnología con una misteriosa capacidad no solo de inventar productos de largo alcance, sino también de producirlos de manera comercial.

El creciente liderazgo de Google en el análisis de datos y la inteligencia artificial quedó claro en su conferencia de desarrolladores de mayo. "Es fácil para los consumidores cambiarse a otro motor de búsqueda, pero es difícil hacer todo tan bien", plantea el analista Benedict Evans. "Google es una máquina enorme de proyectos de aprendizaje, y ha alimentado la máquina por una década".

Todo esto está ocurriendo en momentos de creciente escepticismo acerca de Silicon Valley -sus  airados reclamos de estar cambiando el mundo para mejor cuando la gente que más se beneficia son sus propios multimillonarios; su uso de jurisdicciones de bajos impuestos para evitar gravámenes corporativos; las dudosas maneras en las cuales los servicios gratuitos reúnen y explotan los datos personales; la trivialidad de las innumerables start-ups.

El auge de las redes sociales que empezó hace una década se está desvaneciendo, con Zynga, la empresa de juegos de internet, despidiendo al 18% de sus empleados.

Google no está libre de pecado - enfrenta fuertes críticas por su evasión de impuestos y pese a su proclamación de ser una empresa de estándares abiertos, lucha tan duro como Microsoft por cautivar a otros hacia su plataforma. Pero Page difícilmente puede ser acusado de carecer de propósito y visión.

Él ha extendido su liderazgo de búsqueda hacia la telefonía móvil, a través del software Android y Chrome y no muestra señales de estar satisfecho. "No hemos visto esta tasa de cambio en la tecnología por un largo tiempo, probablemente desde el nacimiento de los computadores personales", recalcó en la conferencia de mayo.

Mientras, otros gigantes de Silicon Valley enfrentan distintos grados de dificultad. Los inversionistas se han vuelto pesimistas con Apple desde que Tim Cook se convirtió en el director ejecutivo, desalentados, entre otras cosas, por su mal intento de rivalizar con Google Maps. Yahoo, dirigida por una ex Google, Marissa Mayer, está luchando por replicar su fortaleza, mientras Facebook está tratando de avanzar hacia lo móvil.

Ninguno iguala su capacidad de investigación científica computacional, o su capacidad para transformar las ideas en productos. La manifestación más clara es Google X, su laboratorio de investigación, que está desarrollando computadores usables y automóviles "autónomos". Pero la investigación en software y la inteligencia artificial son el núcleo de Google.

Lo que alguna vez fue una empresa de búsqueda se ha transformado en una empresa de internet, datos y software con una ambición sin límites y la capacidad de entregar un flujo de productos inesperados. En ese sentido, Page es un Thomas Edison de nuestros días, un inventor comercial marcado por "el rango completo de sus actividades experimentales", según el biógrafo Rendall Stross.

© The Financial Times Ltd. 2011