El libro “Capital en el siglo XXI”, del economista Thomas Piketty, fue aclamado como uno de los libros más influyentes de la década. Su tesis, de que la desigualdad de riqueza en el mundo rico está volviendo a niveles alcanzados por última vez hace 100 años, ha llevado a un fuerte debate entre los académicos y políticos. Aunque algunos no están de acuerdo en las implicancias de sus hallazgos, todos habían coincidido en la calidad de los datos.
Pero una investigación de Financial Times descubrió problemas y errores en los datos, que incluyen datos inexplicables en sus hojas de cálculos, manipulación de fuentes de datos y errores de transcripción. En conjunto, estos problemas parecen perjudicar su conclusión de que la desigualdad de riqueza está subiendo en EEUU y Europa.
La replicación de FT de los resultados de Piketty sólo fue posible porque publicó todas las fuentes y hojas de cálculo online. La transparencia es bienvenida. Capital en el siglo XXI llama a hacer cambios importantes, incluyendo un impuesto internacional a la riqueza. Es esencial que las cifras sobre las cuales se extraen las conclusiones estén sujetas al escrutinio público.
Pero el descubrimiento de los problemas pone en jaque su tesis de que el capitalismo tiene una tendencia natural a que la riqueza se concentre cada vez más. Las cifras sobre la distribución de la riqueza no son confiables, así es que cualquier comparación con un período de hace más de 100 años también debe verse con escepticismo. Incluso si las cifras de Piketty fueran impecables -algo que el también acepta como imposible- las desigualdades de riqueza serían mucho menores.
Otras conclusiones también son poco convincentes. FT puso en duda el hallazgo de que la posesión de riqueza en Europa se haya incrementado desde 1980, mientras el argumento teórico de que las desigualdades de riqueza probablemente crecerán si el crecimiento se debilita, también es dudosa.
En todo el mundo, la riqueza extraordinaria podría derivar de las ganancias de los monopolios. Los gobiernos debieran impulsar la competencia y eliminar las barreras de entrada. Todavía queda abierta la posibilidad de que los políticos necesiten enfrentar la extrema desigualdad de riqueza en los próximos años. Pero antes de usar las herramientas, se necesita información adecuada sobre la distribución de la riqueza. El libro de Piketty es una notable colección de estadísticas, pero no entrega la respuesta definitiva.
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