Es distinta la nueva generación de estadounidenses con altos ingresos a la anterior? Esta es una pregunta que generó hace poco un fuerte debate, particularmente tras el libro súperventas del economista francés Thomas Piketty, que dice que la desigualdad y la riqueza heredada van al alza.

De hecho, el tema es tan emotivo que cuando el Aspen Institute hizo su Festival Aspen Ideas en Colorado, que terminó la semana pasada, la palabra “desigualdad” afloró en casi todos los debates económicos. Y cuando Robert Reich, economista de izquierda, hizo una conferencia sobre el asunto, en la que deploró cómo la elite con riquezas le traspasa privilegios a sus hijos, el auditorio estaba lleno, a pesar de que los asistentes al festival encarnan a esa elite acaudalada.

Pero si quiere un punto de vista distinto, vale la pena mirar una intrigante encuesta hecha por US Trust banco privado, que se publicó en el festival. En meses recientes, el banco encuestó a 680 de los 1,8 millones en EEUU que el banco define como “ricos” (aparentemente personas con más de US$3 millones de activos disponibles para invertir).

Esto revela un curioso cambio entre generaciones. La mayoría de los llamados “baby boomers” o personas que nacieron a mitad del siglo pasado, construyeron, en lugar de heredar, su riqueza. “Casi tres cuartos de los mayores de 69, y 61% de los baby boomers, fueron la primera generación en acumular una riqueza significativa”, observó la encuesta. Pero entre la generación “millennial”, la gente menor de 35 “que ha heredado riqueza es más común”, ya que “casi dos tercios son de familias en las que son la segunda, tercera o cuarta generación en ser rica”.

Ahora, existen estadounidenses jóvenes que lograron su propio éxito también; jóvenes emprendedores tecnológicos o financistas que están construyendo sus fortunas. Y presumiblemente la proporción de riqueza por esfuerzo propio en este grupo subirá, a medida que los millennials avanzan en sus carreras o empresas. E incluso los millennials que han heredado riqueza están dispuestos a ser emprendedores. “Los millennials están altamente motivados a crear su propia riqueza y a hacer un impacto positivo en el mundo”, dijo la encuesta.

Pero lo que es fascinante es que este cambio demográfico parece estar sucediendo junto a la redefinición de las finanzas. Los baby boomers son bastante convencionales y conservadores para invertir sus millones: normalmente usan asesores financieros e invierten en activos tradicionales, como los mercados de valores. Pero a los millennials no les gusta depender de asesores financieros; ni tampoco confían en mercados de bonos y acciones, lo que no sorprende, tal vez, por cómo se han desenvuelto.

En cambio, los jóvenes ricos están poniendo cada vez más sus fondos en áreas de inversión alternativas, como fondos de capital privado o de cobertura, e invirtiendo directamente en sí mismos. “Son emprendedores”, señaló el presidente de US Trust, Keith Banks, a modo de explicación. O como un gurú de capital privado dijo, “les gusta tener control”. Y los jóvenes millonarios no definen “invertir” como simplemente estar en un pozo financiero. Un 75% de los millennials “considera el impacto social y ambiental de las empresas en las que invierten como una parte importante de sus decisiones de inversión” y dos tercios “ven sus inversiones como decisiones que expresan sus valores sociales, políticos y ambientales”, arrojó el sondeo. Apenas un tercio de los baby boomers dice esto.

Por qué ocurrió este cambio no está claro. Un cínico diría que por un sentido de culpa; los jóvenes ricos estarían tratando de justificar su riqueza heredada o, al menos, hacerla más aceptable. Muchos estadounidenses, particularmente los ricos, argumentarían en cambio que esta tendencia evidencia la notoria y antigua cultura de filantropía de EEUU. Banks, en tanto, sugirió que hay otro factor. La gente joven que heredó su riqueza tiene más energía para ser innovadora con las finanzas; los baby boombers que lograron su propio éxito, invirtiendo mucho esfuerzo en ser ricos, no quieren pensar más en dinero.

De todas formas, si el cambio se sostiene, tiene implicancias fascinantes. Por un lado, explica por qué la industria financiera busca desarrollar más las llamadas inversiones alternativas. También refleja y refuerza la forma en que la filantropía se redefine, dejando atrás los límites entre “finanzas” y “proyectos sociales”.

Pero hay otro cambio. Según US Trust, nueve de cada diez estadounidenses ricos quieren fomentar “mayores oportunidades e ingresos” con medidas filantrópicas y políticas. Muchos ricos, parece, se preocupan de la creciente desigualdad. Eso no aplacará las críticas de izquierda. Nadie aún presenta soluciones reales. Pero ayuda a explicar por qué incluso los visitantes de Aspen quieren oír seminarios sobre desigualdad, o al menos leer de ellos.

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