Esta semana tiene un carácter doblemente especial para la numerosa comunidad de haitianos que reside en Chile. La conmemoración de Año Nuevo coincidió con los festejos de la independencia de ese país, en 1804.

Pero una parte importante de la población migrante no tiene mucho que celebrar, debido a la serie de dificultades y carencias que vive a diario en nuestro país.

Justamente la búsqueda de oportunidades laborales y una mejor calidad de vida ha llevado a que más de 35 mil haitianos solicitaran visa en Chile en 2016, concentrando el primer lugar de países extranjeros que tramitan el documento para obtener residencia.

La regulación en Chile

José María del Pino, director Ejecutivo de la Fundación Frè, asegura que en 2018 habrán 100 mil personas provenientes de Haití.

Como organización, que entrega un servicio a entre 100 y 150 haitianos diarios, reconocen una "falta de institucionalidad administrativa y carencia de legislación en materia de políticas públicas". Por otro lado, Del Pino agrega que otro de los problemas que genera vulnerabilidad para los haitianos es la barrera del idioma, ya que "son más susceptibles a engaños y abusos por no entender bien el español".

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La mirada es compartida por Rodrigo Sandoval, ex director de Migración y Extranjería, quien cree que la estadía de esta comunidad refleja "una situación crítica respecto de los problemas que Chile tiene con toda su migración, porque tiene una normativa que es de 1975 y no da el ancho ni por cerca a los desafíos y necesidades de la migración actual".

De hecho, desde la propia Fundación Frè critican el período de 45 días que demora el Estado en abrir el sobre que contiene la solicitud de visa temporal sujeta a contrato por parte de los migrantes haitianos, argumentando la dificultad para que un empleador espere cerca de dos meses la tramitación del documento y mantenga la promesa de oferta laboral.

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Sandoval explica que "el Estado de Chile está en una situación crítica respecto de su capacidad administrativa para procesar la migración" y respecto a la tramitación de visas y permisos de trabajo es tajante: "Estamos con demoras nunca antes vistas".

Una economía en permanente riesgo

Los flujos migratorios desde Haití responden a los graves problemas que ha presentado este país, independizado de los franceses en 1804, pero que luego tuvo como controlador a Estados Unidos. De hecho, entre los estallidos políticos más recientes aparece el golpe de Estado a Jean-Bertrand Aristide en 2004 y que contó con la intervención de la ONU, misión de la que nuestro país fue parte con más de 12 mil efectivos en 13 años. "Chile llegó a un país que estaba desestabilizado política e institucionalmente y con altos índices de violencia. Ello implicó el empleo de nuestras unidades en un escenario complejo y de gran exigencia operacional", afirmó el ministro de Defensa, José Antonio Gómez.

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Para 2018 las cifras no son esperanzadoras, pues el país sigue sumido en la pobreza y los conflictos políticos, donde el crecimiento no pasará del 3% a 2022, según estimaciones del FMI. Es más, tras el fuerte terremoto de 2010 la deuda bruta experimentó un importante alza que en cinco años más no bajará del 30%.

Para Olga Regueira, directora ejecutiva de América Solidaria Haití, el trabajo "es gratificante, pero no es fácil la situación cuando el 60% de la población vive con menos de US$2,5 al día".

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Un complejo escenario que el economista de la Universidad de Georgetown, Paul Sullivan, ve con ojos críticos. Para él, Haití "ha sido maldecido con la combinación de liderazgos pobres, corrupción, falta de estado de derecho, grandes salidas de talentos y desastres naturales como terremotos, inundaciones y huracanes". Una serie de desaveniencias para esta economía que figura entre las más pobres del mundo.