Hong Kong: en el camino hacia fuera de China




Cuando el nuevo director ejecutivo de Hong Kong dio su discurso inaugural la semana pasada, lo hizo en chino mandarín. Una nativa de la ciudad -donde se habla dialecto cantonés- dice que la hizo sentir alienada. Si a los hongkoneses no se les permite votar por su líder -planteó- por lo menos que la ceremonia de investidura pueda realizarse en su propio idioma.

Quince años después de que los británicos entregaron Hong Kong de vuelta a China, la antigua colonia es cada vez más sinologizada. Eso se refleja no sólo en el idioma en que Leung Chun-ying dio su primer discurso como líder, sino también en el hecho de que tiene lazos cercanos con Beijing y el Partido Comunista.

Este vuelco de Hong Kong hacia China se ha profundizado. La cantidad de mandarín que se habla en las calles ha crecido de manera palpable. Los vendedores de las tiendas, en busca de las prominentes billeteras continentales, a menudo saludan a los clientes en ese idioma.

El censo de este año muestra que 48% de los hongkoneses dicen que pueden hablar ese idioma, superando al inglés, con 46%. Cerca de un tercio de los residentes nació en el continente. Además está el renminbi, cada vez más aceptado, junto con los dólares de Hong Kong. Hong Kong es el centro de los esfuerzos de Beijing por internacionalizar su divisa. Algunos incluso han planteado la idea, que alguna vez fue tabú, de romper la indexación del dólar hongkonés con el dólar y cambiarlo por una canasta de monedas que incluyera el yuan.

Los continentales están comprando propiedades. El año pasado, cerca de 40% de los departamentos lujosos construidos recientemente fueron comprados por chinos. Incluso el South China Morning Post ahora es editado en el continente, provocando angustia sobre su independencia. En otras palabras, en todas partes hay indicios de que Hong Kong está más chino. La línea entre Hong Kong y el continente -protegidos por el principio de un país, dos sistemas- se está desvaneciendo.

Aún así, cada acción provoca una reacción; Hong Kong ha sido vigoroso. Se dejó ver la semana pasada, cuando decenas de miles de protestantes se volcaron a las calles, vociferando su disgusto respecto de Leung, a quien ven como alguien impuesto. En los últimos meses, el sentimiento anti-continente ha crecido. Los habitantes de Hong Kong han rechazado todo desde las madres chinas que abarrotan sus salas de maternidad, a publicidad de las empresas en chino simplificado en vez de los caracteres complicados de Hong Kong.

En una reciente encuesta, 45% de los consultados se identificó como "hongkonés", por sobre el 34% anterior. Sólo 18% se identificó primero como "chino". Tales definiciones están abiertas a confusión. La mayoría de los hongkoneses está orgulloso de la cultura, historia y desempeño económico de China. La China que los pone nerviosos es la manejada por un partido, que algunos temen, pueda afectar las libertades de las que gozan los habitantes de Hong Kong y limitar su progreso hacia el sufragio universal.

Desde la perspectiva de Beijing, esta "sinificación" de Hong Kong debiera ser gratificante. Pero conlleva riesgos. Muchos continentales que veían el discurso de Leung estaban impresionados por un líder que pareció combatir los problemas de la gente.

A medida que Hong Kong se integra más con China, también se compromete más con los temas del continente. Por ejemplo, hace poco los hongkoneses han tomado el caso de Li Wangyang, activista que murió en la provincia de Hunan poco después de ser liberado de la cárcel.

La relación entre Hong Kong y el continente está evolucionando de manera complicada. En 1997 había esperanzas de que Hong Kong empapara de cierta forma al continente con sus libertades relativas. Pero ahora Hong Kong se convierte cada vez en una ciudad más china, y las libertades que abraza se están fusionando con las aspiraciones de los políticos continentales.

Hong Kong es una ciudad china. Eventualmente, China la absorberá. Pero en el camino de salida, podría quedarse atrapada en la garganta del continente.

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© The Financial Times Ltd, 2011.

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