Recién tres años después de un incendio, la flora nativa comienza a recuperarse. En una década se puede hablar de árboles de considerable tamaño como espinos, boldos, litres, quillayes y maitenes. Esto, siempre que se haya dejado crecer sólo especies endémicas, ya que en el caso del eucaliptus y pino radiata (especies introducidas), el tiempo puede ser menor.
Por eso, cuando se apague el fuego la pregunta será: ¿De qué forma se recuperará la vegetación del incendio más grande de la historia en Chile? O dicho de otra forma: ¿Cuál será el destino de esas más de 250.000 hectáreas que se han consumido?.
Según los especialistas, la decisión se tiene que tomar rápido, porque con las superficies quemadas y la primeras lluvias se acerca otra gran amenaza: la erosión, fenómeno que puede ser muy grave en la región mediterránea de Chile, especialmente en el “secano costero”, caracterizado por una gran cantidad de quebradas y cerros.
Un análisis del Ministerio del Medio Ambiente indica que los costos de la restauración (dependiendo del tipo de cobertura quemada y el nivel al que se quiera llegar) van desde US$240 a US$2.858 por hectárea. “Las praderas son ecosistemas que se recuperan en unos cinco años, sin embargo, dependiendo de la complejidad de la estructura y composición del bosque nativo quemado, puede tardar entre 20 y 50 años e incluso más”, indica la investigación.
Pablo Badenier, ministro del Medio Ambiente, opina que una vez extinguidos en su totalidad los incendios, “habrá que hacer una análisis exhaustivo de todas las áreas afectadas, donde la clave estará en poder determinar cuánto bosque nativo fue el que se quemó”.
En relación a las zonas de amortiguación, Badenier expresa: “deberíamos definir estrategias nacionales para recuperar nuestros ecosistemas y buscar estas áreas, ya que las especies nativas soportan de muy buena manera los incendios”, dice el ministro.
A principios de enero, cuando se produjo el incendio en Valparaíso, el alcalde Jorge Sharp indicó que se deberían talar los eucaliptus de la zona de amortiguación como manera de prevención.
La respuesta no se hizo esperar. En un comunicado enviado por la Corporación Chilena de la Madera (Corma), el secretario ejecutivo del Colegio de Ingenieros Forestales, Julio Torres, comentó: “Observo un riesgo en este discurso, no hay que ponerle apellido a la vegetación porque ésta se quema siendo nativa, exótica, arbustiva o arbórea.”, indicó Torres.
Falta de legislación
Según el ingeniero, lo que hace falta es una ley especial respecto a qué hacer después de un incendio forestal. De hecho el DL 701 de la Ley N° 19.561 sobre fomento forestal, entregaba una bonificación a pequeños propietarios de suelos frágiles y degradados. Pero el 31 de diciembre de 2012 expiró la vigencia de este sistema de incentivos. “La ley forestal obliga a replantar cuando talas un bosque, pero cuando este se quema y si no hay un incentivo como el DL 701, lo más posible es que sea difícil que los pequeños propietarios inviertan en plantaciones, ya sean éstas endémicas o no”, plantea Torres.
Incluso, según Corma, “si bien, hay empresas grandes y medianas afectadas (en los incendios actuales), las pymes forestales han sido las más perjudicadas, ya que para muchas de ellas el recurso boscoso es su único sustento y fuente laboral”.
No sólo no hay una legislación especial post desastres forestales, además, hay un mal precedente con respecto a la recuperación. El miércoles 4 de enero de 2017, la Intendencia de la Araucanía retiró del presupuesto del Core regional los $6.000 millones que estaban destinados a un proyecto de recuperación del parque China Muerta por parte de Conaf, luego del incendio que lo afectó en marzo de 2015 (3.600 hectáreas).
Con una mirada más conservacionista, Maryann Ramírez, directora ejecutiva de The Nature Conservancy (TNC) en Chile explica que la zona mediterránea es un punto clave de biodiversidad en donde ha habido mucho cambio de uso de suelo en los últimos siglos, por lo que, es una buena oportunidad para recuperar la flora endémica. “Cerca del 95% de los incendios se está produciendo en zonas de propiedad privada, por lo que es muy fácil entusiasmarse con plantar bosques para producción maderera. Pero también es una excelente oportunidad para la vegetación nativa”, dice Ramírez.
“Somos un país muy orientado a la productividad, pero también hay que pensar que las especies endémicas ayudan justamente a que exista un mejor suelo e incluso, a mejorar el nivel de agua, por lo tanto la agricultura también se vería beneficiada”, agrega la directora de TNC.
El académico del Centro de Energía y Desarrollo Sustentable de la Facultad de Ingeniería y Ciencias UDP, Raimundo Bordagorry, cree que la reforestación dependerá de cada lugar. “Los terrenos del secano costero se recuperan rápido y las viñas, posiblemente no tendrán producción este año, pero el próximo sí ya que las parras son fuertes. Por eso se debe hacer un proyecto diferente para la recuperación de cada zona, poniendo especial interés en los parques nacionales y terrenos con mayor exposición a la erosión”, dice Bordagorry.
Sin embargo, el profesor de la UDP aclara: “Es muy importante la flora nativa, pero no hay que olvidar que estamos frente a una zona de secano costero que lleva prácticamente 200 años con un fuerte desarrollo agrícola. No es la misma realidad que en el sur de Chile. Por eso, son importantes las decisiones que se tomen a nivel local y regional con respecto a la recuperación”, concluye Raimundo Bordagorry.