El año que acaba de terminar fue especialmente duro para el sector previsional privado. No sólo por los contenidos de los cambios previsionales impulsados por la actual administración, sino por el nivel de cuestionamientos que se dieron a partir de movimientos ciudadanos. Uno de los más visibles fue No+AFP, que llamó a las personas a cambiarse desde el Fondo A al Fondo E. Jugando con la falta de conocimientos de una parte de los afiliados -un 31,5% de ellos está en un fondo que por edad no le correspondería-, la realidad no ha hecho otra cosa que confirmar que se trató de una acción con un fin distinto al logro de una mejor rentabilidad. De hecho, esta semana la Superintendencia de Pensiones informó que durante 2017 el Fondo A -el más riesgoso- registró un retorno de 15,44% -en su mejor año desde 2009-, mientras que el E -que suma el menor riesgo de todos- sólo ganó un 1,01%.
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Lo que demuestran estos hechos son dos cosas. Primero, que el ahorro de pensiones es una inversión de largo plazo, por lo cual los constantes cambios de fondo sólo contribuyen a que el afiliado pierda una parte de sus recursos. Y segundo, que lo vital en todo esto es que los afiliados cuenten con la suficiente información para no tomar decisiones erradas respecto de los ahorros para su vejez.