El plan de innovación al 2014 del Ministerio de Economía enfatiza la necesidad de promover un cambio cultural en Chile a través de programas sociales específicos. Convertir nuestro país en un entorno adecuado para el emprendimiento y la innovación implica cambiar actitudes predominantes en nuestra población: debemos comenzar a ver oportunidades donde antes veíamos problemas; pensar creativamente en lugar de sólo ajustarnos al molde.

Coincido con el diagnóstico: uno de los mayores frenos a la innovación en Chile es nuestra cultura. De manera consecuente, el plan propone apoyar actividades de toda índole que favorezcan los entornos de innovación y emprendimiento. Promoción de redes, difusión de experiencias, educación para la innovación y emprendimiento y concursos de innovación abierta, entre otras posibilidades. Pero en esta estrategia de cambio cultural hay una gran ausente: la empresa.

Fomentar el emprendimiento y la creación de nuevas empresas es importante para la innovación, pero no podemos olvidar que nuestra economía se mueve por el trabajo de millones de personas que se desempeñan en empresas que ya existen. Y nuestro problema cultural con la innovación se materializa justamente más claro ahí, en la forma en que trabajamos día a día en las empresas tradicionales.

Omitir a las empresas es un problema grave en el plan del gobierno, porque producir el cambio cultural en ellas es especialmente difícil. Imaginemos que un joven creativo y con buenas ideas (tal vez beneficiario de algún programa de educación para la innovación) encuentra su primer trabajo en una empresa tradicional, donde no es bien visto que los recién llegados traten de cambiar la forma habitual de hacer las cosas. En estos casos, muchas veces la cultura de la empresa le dobla la mano a la actitud innovadora.

Una estrategia de cambio cultural pro innovación debe situar a las empresas en un rol central. De otra forma sólo se promueve el desajuste organizacional y productivo: ¡formaremos innovadores que luego no encajarán bien en sus propios empleos!

Quizás este vacío en el plan de innovación se debe a que la cultura empresarial es algo que nos cuesta ver y entender. Esto trasciende la responsabilidad ministerial. Necesitamos que los sectores de academia y consultoría eleven el estándar en esta materia, que desarrollen metodologías robustas capaces de medir este fenómeno y registrar su evolución en el tiempo (construir una métrica dura, para un fenómeno blando).

Sólo con mejores metodologías de medición y programas orientados específicamente a promover el cambio cultural dentro de las empresas, Chile podrá superar su desafío cultural en materia de innovación.

* El autor es director de estudios MMC Consultores.