Lugares exclusivos para innovar, emprender y desarrollar nuevas ideas. Con esa premisa hace un par de años nacieron los e-ships, barcos que se mueven por las diferentes bahías del mundo llevando abordo a destacados científicos, emprendedores o personas con ganas de desarrollar buenas ideas.
Si bien hay varias embarcaciones navegando por los mares del mundo hay un proyecto que últimamente acapara las miradas. Se trata de Blueseed, un barco que levantaría anclas en 2014 y que estaría a 12 millas de la bahía de San Francisco, a media hora en ferry de Silicon Valley. "Vamos a estar en aguas internacionales, fuera de la jurisdicción estadounidense, donde las leyes de inmigración no se aplican. Las leyes de inmigración son muy antiguas y evitan que los emprendedores no estadounidenses puedan hacer negocios en los EEUU", dice Dan Dascalescu, co-fundador & COO de Blueseed. Así podrían trabajar en las cercanías del valle del silicio sin necesitar una visa de trabajo, que es un fuerte obstáculo para aquellos que quieren desarrollar proyectos en esa parte del mundo. Por ahora más de 1.400 emprendedores provenientes de 68 países han postulado para zarpar en el barco.
El motivador principal de los fundadores es el tema de inmigración porque a pesar de los numerosos intentos legislativos y políticos para solucionarlo, ninguno de ellos parece tener éxito. "Estamos dando una solución empresarial, simplemente localizando nuestra comunidad fuera del territorio en el que se aplican las leyes de inmigración obsoletas, pero muy cerca del mejor lugar del mundo para los empresarios, Silicon Valley", afirma Dascalescu.
CÓMO SUMARSE A BLUESEED
Los emprendedores que quieran estar abordo tendrán que desembolsar desde US$1.200 mensuales por una cabina compartida y hasta los US$3.000 por una cabina individual con mayores comodidades. Sin embargo, no basta con tener el dinero. Para poder estar en Blueseed es necesario que sea referido por una firma de capitales venture, otro emprendedor o un inversionista ángel con reputación.
Peter Thiel, creador de Paypal y unos de los primeros inversionistas que apostó por Facebook es uno de los impulsores que buscan a largo plazo tener varias embarcaciones gigantescas, especies de pequeñas repúblicas flotantes en aguas internacionales. "Tenemos la intención de ampliar Blueseed y hemos trazado unos 25 lugares de todo el mundo que se beneficiarían de estas comunidades", sostiene Dascalescu.
Pero el concepto de Blueseed no es nuevo, fue propuesto antes por un think tank que promueve la construcción de ciudades flotantes donde están involucrados inversionistas grandes (ver recuadro).
Sin embargo, una embarcación con las características de Blueseed requiere una inversión muy fuerte. "Hasta el momento, hemos recaudado alrededor de medio millón de dólares para la investigación. Además está la promesa de un tercio del costo de lanzamiento mínimo de US$8 millones, siempre y cuando consigamos reunir el resto", dice Dascalescu.
Pero además de un entorno en que convivirán con más emprendedores, Blueseed ofrecerá servicios de aceleradora con conexiones con los mentores e inversionistas de Silicon Valley, profesionales abordo (abogados y asesores corporativos); entrenamiento personal y de grupo (prácticas de negocios y hablar en público).
El espacio de co-working contará con equipos compartidos como impresoras y scaners 3D, máquinas de secuenciación de ADN para nuevas empresas de biotecnología y otros recursos compartibles con las diferentes disciplinas.
CHILE TAMBIÉN SUBE ABORDO
Si bien las grandes universidades como Harvard o MIT tienen excursiones de este tipo desde hace un tiempo, Chile se sumó este año a la tendencia de los barcos de innovación que en marzo viajó durante seis días por la Patagonia chilena visitando lugares como Cabo de Hornos y Puerto Williams. Abordo había más de 80 estudiantes y docentes provenientes de diversas casas de estudios nacionales e internacionales como la UDD, PUC y Stanford University.
Una de las que participó fue Emilia Díaz, estudiante de ingeniería civil en biotecnología de la UC quien presentó un proyecto a Jump Chile con el que consiguió el tercer lugar. Con una iniciativa de enfoque medioambiental Emilia se subió a la embarcación donde "había excursiones a los glaciares o pingüineras, charlas, workshops y también había horas de trabajo en grupo para responder a ciertos desafíos que nos daban", cuenta Díaz. "Como instancia de networking fue demasiado buena y me permitió conocer mejor la metodología del design thinking", agrega.
En este caso, el objetivo era generar capacidades de innovación y emprendimiento en la comunidad universitaria y aportar soluciones a problemas que se plantearon en la región, como la conservación de los recursos naturales en la Patagonia o el futuro sustentable de Puerto Williams.
A lo largo del viaje, expertos de las diferentes universidades dictaron charlas y talleres de innovación. Entre los docentes que participaron estuvo Tina Seelig y Bernie Roth de Stanford.