La manipulación es un recurso concebido para intentar movilizar el comportamiento de una persona o de un grupo de personas en beneficio de los objetivos de un manipulador. Cuando alguien intenta manipularnos con "información" fabricada o elaborada con fines no revelados, tendremos más o menos probabilidades de contrarrestarlo dependiendo de nuestros conocimientos del tema de que se trate, de nuestro vínculo permanente con fuentes de información confiables y de nuestro nivel de ingenuidad.
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Por otra parte, mientras más hábil y sofisticado sea el intento de manipulación, incluyendo, por ejemplo, el abuso de citar en forma falsa fuentes creíbles, más fácil será caer en él. El manipulador además pretende, la mayor parte de las veces, que nosotros seamos también sus cómplices al expandir vía rumor la "información", haciéndonos tontos útiles a su propósito.
La manipulación es tan antigua como las primeras organizaciones humanas, sólo que ha ido evolucionando al apalancarse en sistemas más sofisticados en la medida en que se ha globalizado la comunicación y las plataformas tecnológicas que la potencian. Antes existían limitaciones naturales a lo que podíamos leer (libros, periódicos), escuchar (radios) y ver-escuchar (TV abierta), y la comunicación era vertical: alguien investigaba o reporteaba, les daba forma a los hechos, los editaba y luego los difundía por una cantidad de medios muy limitada y en un lenguaje comprensible (y habitualmente, la mayor parte de las personas les creía, aunque las manipulaciones ya existían).
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Actualmente, nuestra prótesis de alcance (el celular) nos conecta con todo lo que se dice y relata, en un sistema de red más horizontal que vertical. El incentivo del premio a las visualizaciones o clics de las plataformas digitales no privilegia precisamente la profundidad del conocimiento, el análisis reflexivo ni menos aún el test de credibilidad. Estamos llenos de reportes sobre lo que sucede en el mundo, pero sabemos que buena parte de ellos son productos generados para intentar manipulaciones con diversos objetivos.
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En primer lugar, la verdad como absoluto no existe, ya que la realidad es una percepción filtrada por nuestros paradigmas para ver y entender el mundo que nos rodea. El término "posverdad" es, entonces, incorrecto en sí mismo, ya que refiere, como contraste, a la supuesta existencia de una verdad que sería objetiva y única (generalmente, "la mía"). No; lo que hay son, por un lado, reportes responsables de sucesos elaborados bajo la rigurosa disciplina de la investigación periodística y el control editorial (y no una "verdad"), y por el otro, burda manipulación o mera irresponsabilidad (y no una "posverdad").
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Los medios "serios" actúan contra la manipulación en sus procesos de desarrollo de la información básicamente mediante dos mecanismos: el control editorial con acertadas prácticas periodísticas y la reputación basada en la verificación mediante fuentes confiables acerca de cómo sucedió lo que se relata.
Los escasos desmentidos de afectados son, para ellos, un reflejo de buenas prácticas. Sabemos que las rectificaciones ex post se pierden en el océano de información que nos inunda, y eso obliga a los medios a una mayor responsabilidad editorial y de buenas prácticas.
Si la tendencia a intentar manipulaciones persiste, la confianza en los medios decaerá (como está sucediendo). La pérdida de reputación de algunos medios de TV abierta se inició (ante la vista y paciencia del Consejo Nacional de Televisión de la época) con el abuso "informativo" generado por el despliegue de la farándula de destrucción selectiva, usada con el objetivo de ganar rating dañando a figuras y programas de la competencia.
En el caso de la información en su sentido clásico, la plataforma blendle.com ofrece actualmente artículos de medios conocidos con prácticas editoriales rigurosas, con garantía de credibilidad. Por eso hay que pagar unos $150 por artículo, con devolución del dinero si el usuario considera que el precio por lo ofrecido terminó siendo muy alto; o que el artículo es muy corto; o que es demasiado largo; o que, simplemente, no era lo que el usuario esperaba.
Así, la práctica de manipulación de seudoinformaciones termina generando un nuevo modelo de negocios para medios informativos en la web: una oferta de credibilidad por parte del medio, apalancado en la rigurosidad editorial y de prácticas periodísticas de la fuente informativa, confianza en el usuario respecto de su propia evaluación del aporte del medio al informarlo, y como contrapartida, disposición del usuario a pagar lo que considera justo por la calidad y confiabilidad.
Lo único verdadero del concepto de posverdad es que es un invento para explicar elegantemente la muy antigua manipulación, que ahora tiene tentáculos más masivos para extenderse gracias a las redes sociales.
*El autor es director ejecutivo de Memética (www.memetica.cl).