“La minería chilena, pionera en muchos aspectos, también lo ha sido en la aplicación de medidas de mitigación y compensación medioambiental, y en programas y procedimientos para relacionarse con las comunidades del entorno de sus faenas”.
Las palabras son de Joaquín Villarino Herrera, presidente ejecutivo del Consejo Minero, entidad que agrupa a las 17 mayores empresas mineras del país, entre ellas Anglo American, Antofagasta Minerals, BHP Billiton y la estatal Codelco.
El consejo trabaja con seis comisiones: Capital Humano, Competitividad, Medio Ambiente, Energía y Cambio Climático, Recursos Hídricos y Asuntos Públicos. Cada una analiza profunda y sistemáticamente las materias de su ámbito, desde un punto de vista económico, medioambiental, regulatorio, técnico y social; identifica oportunidades y desafíos futuros; propone y desarrolla planes de acción; y comparte las buenas prácticas de la industria, resguardando los principios de la libre competencia. “Las comisiones trabajan bajo un enfoque transversal de sustentabilidad”, explica Villarino.
¿Cuál es la visión que tiene el Consejo Minero sobre la sustentabilidad?
Se mira como el aporte al desarrollo sustentable de un país. La minería per sé no es sustentable en el tiempo, porque lo que hace por definición este sector es agotar un recurso natural. Pero todo está íntimamente relacionado, porque la minería moderna aporta para el desarrollo sustentable del país. Entonces, la frase correcta no es minería sustentable, sino más bien minería con sustentabilidad para el país.
Lo que se hace es aportar para que el país pueda seguir creciendo sustentablemente. Así, la minería está preocupada de generar un entorno que crece sustentablemente.
Por ejemplo, en temas energéticos, nuestras empresas socias han seguido con sus planes de eficiencia, ubicando a la minería como una de las industrias con mayores logros en esta área. Además, mediante inversión directa o contratación de suministro, la gran minería ha sido pionera en la incorporación de energía proveniente de fuentes renovables no convencionales, y ha liderado proyectos de generación con energías convencionales que contribuyan a superar la estrechez de suministro base.
¿Ese trabajo se ha intensificado durante el último tiempo?
La minería está preocupada de ser un aporte real para que otras actividades que dependen de ella tomen vida propia y sean sustentables en el tiempo. Eso para que el medio ambiente y los lugares que se impactan tengan un desarrollo para cuando se acabe la actividad minera.
¿Cómo se traduce ese trabajo?
La gran minería lleva más de 10 años trabajando en esa línea. Obviamente, que por el mismo desarrollo de la sociedad y sus demandas la minería se va poniendo al día. Incorpora requerimientos y nuevas normas, pero la minería ha sido pionera en esto.
Cuando uno mira el análisis de los proyectos mineros en los últimos 20 años, la primera industria que inició los estudios de impacto ambiental, incluso antes que hubiera una legislación que obligara a hacerlo, fue la minería. La primera industria que inició los diálogos anticipados para el desarrollo de proyectos mineros fue la industria minera.
También, la primera industria que está iniciando trabajos para el desarrollo de planes comunitarios -como es el caso de BHP en Antofagasta; AngloAmerican en el Valle Central, y Codelco en Calama- es la minería y, por lo tanto, ha sido pionera no sólo en el tema medioambiental, sino en el aporte a la sociedad.
¿Eso se produce por los beneficios que deja para las empresas?
Hoy hay dos royalty. El primero tiene por objeto el desarrollo de la innovación y el segundo la reconstrucción del país y el terremoto. Pero el aporte de la minería al país no es sólo el económico, que es gravitante, sino que va mucho más allá de la plata que deja al fisco.