Aliviado. Así está el empresario del sector de la construcción José Antonio Guzmán. El histórico dirigente empresarial, está contento con el resultado de la elección presidencial del domingo, "no tanto por mi proyección personal, que a esta altura de mi vida tiene un horizonte más limitado, sino por la proyección del país, al que se le abre nuevamente la posibilidad de enfrentar y resolver los problemas que realmente preocupan a los chilenos y de reiniciar una fase de crecimiento para ser un país desarrollado". Tampoco hay que ser iluso, dice, pues vienen dificultades no menores.

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¿Qué conclusión saca de los resultados del domingo?

-Creo que el resultado, más allá de lo inesperado, fue categórico y envió una señal muy clara a los distintos sectores políticos del país, en el sentido que la población no está para continuar con aventuras reformistas, con prioridades falsas ni con un deterioro de los valores básicos. A diferencia de muchos analistas, pienso que el gran ganador en esta elección es el centro político, que vio en Sebastián Piñera su única opción, pero que no renuncia a continuar avanzando en la solución de sus problemas con moderación y gradualidad.

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¿La clase media también fue relevante en este resultado?

-Hace unos años me preguntaron en qué confiaba. Y respondí que la única expectativa positiva que tenía era la consolidación de la clase media del país. Esto porque la clase media no aceptará nunca que le pongan en riesgo los progresos que ha tenido en materia económica, social...derrepente puede votar por una u otra cosa, pero de ahí a aceptar que el país vuelva a ser la Unidad Popular, no. Efectivamente sigo pensando lo mismo y quedó de manifiesto. La gente no está para aventuras, y este gobierno fue una aventura. Exageró la interpretación del malestar social y lo acomodó a sus objetivos. Pero la clase media se dio cuenta que por ahí no van las cosas.

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¿Este resultado es suficiente para destrabar las inversiones?

-Es un gran paso tener una autoridad que cree en el crecimiento como factor de progreso, de solución de problemas sociales, sobre todo ante una autoridad que nunca le dio importancia al crecimiento. Pero no es suficiente.

¿Por qué?

-Primero porque se encontrará con un escaso presupuesto. Además, este proceso electoral deja en lo político un reguero de división y desconfianza difícil de reducir, a pesar de los gestos republicanos; en lo económico, un legado de gasto y compromiso fiscal que limita la ejecución de cualquier plan de desarrollo; y, en lo social, una herencia de expectativas insatisfechas y de derechos inalcanzables, no financiables e inconsistentes con el grado de desarrollo que hoy tiene el país. El Estado no lo puede regalar todo.

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En lo político, el virtual equilibrio logrado en la Cámara de Diputados puede permitir el impulso de nuevas iniciativas y la corrección parcial de algunos de los grandes desaciertos cometidos por el actual gobierno, pero veo difícil los acuerdos en el Senado, que ha perdido su tradicional condición de institución serena, con visión de largo plazo. Por último, la división y el antagonismo social fomentado por el candidato Guillier en la etapa final de su campaña, alimentados por una irresponsable acción desde el propio Gobierno, hacen difícil la recuperación de un clima de unidad y acuerdo para impulsar el programa del candidato ganador. Esta será la gran tarea del nuevo Gobierno.

¿Augura que la oposición será dura?

-No me cabe duda que la oposición de extrema izquierda, incluido el Frente Amplio y el partido Comunista, procurarán mantener un clima de tensión callejera que favorezca sus propósitos y enturbie los avance del gobierno. Ya lo anunciaron el día de la elección.

¿El repunte de la inversión no será automática entonces?

-El país empezará a despegar a medida que se vea que de verdad hay gobernabilidad, de que hay disposición, que baja el tenor del diálogo político, para lo cual el gobierno de Piñera deberá negociar.

¿Qué prioridades debe tener el nuevo gobierno?

-Es indispensable que el nuevo Gobierno preserve a todo evento la unidad del sector, lo que marcará una diferencia con la oposición. También debe iniciar desde ya el trabajo de proyección de su gobierno, de modo que el amplio respaldo obtenido en esta ocasión vea en la prolongación de este gobierno una real oportunidad de resolver sus problemas. Tal vez uno de los legados más importantes que puede dejar el gobierno de Piñera es la modernización del Estado.

¿Pero más en concreto?

-Más en concreto, las prioridades demandadas por la población son bastante claras y lógicas: seguridad, empleo, salud, educación y pensiones. El nuevo gobierno deberá mostrar avances efectivos en estas 5 áreas en un plazo breve. Todo, en un escenario de escasos recursos públicos que dejará el actual gobierno, luego de hipotecar por varios años el presupuesto fiscal. Ello obligará al nuevo gobierno a recurrir al sector privado para la indispensable inversión en infraestructura pública, vía concesiones.

Por las razones anteriores y porque hay áreas en que la acción del Estado es irreemplazable, como la seguridad pública, la salud primaria, las pensiones de los sectores de bajos ingresos, la educación básica de los más pobres y tantas otras, no soy partidario de reducir por ahora los impuestos, hasta que un crecimiento económico sostenido genere los suficientes recursos fiscales para atender tales obligaciones.

¿Pero no sacrificaría la competitividad?

-Soy partidario de bajarlos, pero cuando el crecimiento esté consolidado. El Gobierno de Sebastián Piñera debe comprender que para estimular la inversión, más importante que la tasa de impuestos, dentro de un margen razonable, es la certeza y estabilidad tributaria de largo plazo.

¿Pero sí simplificarla?

-Sí, no la entiende nadie. Estamos llenos de casuística. Le preguntamos caso a caso al Servicio de Impuestos Internos y tampoco responde con claridad.

¿Le complican las medidas anunciadas por Piñera en las últimas semanas, de las cuales muchas traspasaron la frontera de la derecha?

-Fue una medida inteligente, de realismo político indispensable para gobernar en los tiempos que estamos. Es una forma de reconocer los sectores medios que miran con interés algunas de las reformas que han hecho, pero con sus límites. Piñera supo poner su bandera en el medio, hasta donde la gente cree que es razonable.

¿Otra medida en la que flexibilizó el candidato fue analizar la creación de una AFP estatal?

-La persona que confíe en una AFP del Estado para que administre sus ahorros, que vaya para allá, y el que prefiere una privada, perfecto. Lo importante es que siga la capitalización individual. Me desilusiona que el Frente Amplio le haya dado su respaldo a esto de no más AFP.

¿Qué lección saca como empresario de este año que se va?

-Que cada día puede ser mejor (al contrario de lo que dijo la Presidenta). Los empresarios nunca deben bajar los brazos. Puede ser que a veces no puedan hacer cosas, pero eso no significa que no hagan nada en estos periodos, como en materia de innovación, creatividad, generar proyectos.