Este 2018, José Miguel Insulza (PS) debuta en el Congreso como senador por Arica, en medio de la discusión sobre el futuro de la centroizquierda y el rol que el Partido Socialista tendrá desde la nueva oposición. "Esta fue una derrota política y éstas se producen cuando uno no tiene ideas o no es capaz de representarlas", señala.
En plena catarsis del oficialismo, el ex ministro toma distancia de los dichos del actual titular de Interior, Mario Fernández (DC) quien recomendó a los personeros de su generación a retirarse de la política. "Mario se planteó como único objetivo de su cargo terminar el Gobierno y retirarse. Su consejo lo viene dando hace tiempo", dice el ex secretario general de la OEA, quien llega a la Cámara Alta con 74 años. Asegura, además, que no ha tenido negociaciones para competir por la presidencia del Senado. Sin embargo, señala que "si su nombre es útil siempre va a estar disponible".
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Cómo ha visto la reflexión que ha hecho la Nueva Mayoría (NM) sobre la derrota, ¿es el peor de los escenarios?
-Es el peor escenario que se había previsto y por lo tanto, cualquier reflexión todavía está muy influida por el golpe que esto significó. Hay que irse con calma, porque no creo que esto sea una derrota pasajera. Aquí influyó tanto la evaluación negativa de lo que hayamos hecho como la falta de unidad que mostramos en nuestra actuación política y también una campaña que no fue todo lo adecuada que debió haber sido. Esas tres cosas hay que barajarlas juntas y ver qué es lo que pasó. ¿Cómo un periodo tan importante como fue el de la Presidenta Bachelet, con tantos cambios, concluye entregándole de manera bastante contundente la victoria a Sebastián Piñera? No es algo que se puede reflexionar en pocos días.
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¿Entregarle la banda a Piñera es también parte del legado?
-La historia va a recordar eso lamentablemente. Desde el punto de vista político y de la acción del Gobierno, se recordará la reforma educacional y la reforma tributaria, todas esas cosas van estar, pero la conclusión va a ser que se entregó el legado y el mando al mismo Presidente que lo había devuelto. Tenemos dos sucesivas de Bachelet- Piñera y que ciertamente duele, son temas difíciles de digerir.
¿Le ha faltado autocrítica a la NM?
-Hemos sido poco explícitos en decir lo mal que lo hicimos como partidos de Gobierno durante los últimos cuatro años y sobre todo en el último año, porque en realidad, en lo que respecta a mi partido, hubo un intento fuerte en los primeros años por entregar alguna conducción, pero al final el tema terminó siendo la disputa electoral simplemente y eso la gente lo evalúa de manera negativa. Pareciera que andamos a la búsqueda de los votos, proponiendo cualquier cosa para eso.
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El 2018 parte para el PS con un Comité Central, ¿qué reflexión debe hacer su partido tras la derrota?
-Hay que tomárselo con calma, no porque hayamos tenido éxito en algunas de las senatoriales, un éxito que además fue muy relativo, vamos a cantar victoria y decir que el partido se salvó de esta debacle. No nos hemos salvado de la debacle. Tenemos mucho que decir y tal vez sea prematuro despachar ese tema en un solo pleno a principio de enero.
En este escenario, ¿qué rol debe tener el PS? ¿Debe ser articulador o la bisagra de la oposición?
-El PS está calificado para encabezar la oposición, pero tiene que ser una oposición responsable. Tiene que reconocer que el nuevo gobierno ha recibido un mandato y defender las reformas que se han realizado y aquellas que se puedan realizar, pero no estamos para negarle la sal y el agua al gobierno. Ese no debe ser el criterio. Ni bisagra ni negación de la sal y el agua, diría más bien de oposición responsable.
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¿Y también constructiva?
-Toda oposición debe ser constructiva, porque ya hemos demostrado que diciendo cosas malas de la derecha no llegamos a ninguna parte. Llegamos alguna parte con nuestras propuestas, con nuestras ideas positivas, no llegamos por la vía de la negación.
¿Cómo se ve la relación con el Frente Amplio en este año?
-Tiene que hacerse una buena relación, una en que no estemos persiguiendo al FA para darles cosas y el FA esquivándonos diciendo que no quiere. Esa ha sido un poco la situación de los últimos meses, un poquito ridícula francamente. Eso debe cesar. En la elección 2013 se les dio la facilidad para llegar al Congreso, se les incluyó en un gobierno del cual nunca quisieron participar y se les anduvo pidiendo por favor que hicieran las cosas junto con nosotros. Esa no es una relación madura. Si ellos quieren conversar con nosotros, conversarán y siempre vamos a estar disponibles para eso. Pero andar siguiéndolos y proponiéndoles cosas, es algo que fracasó en la campaña y espero que no lo repitamos.
¿Y ve en el FA una disposición?
-El FA le gusta compararse con Podemos, pero Podemos en la política española está encerrado en un 20% sin tener alianzas, sin influir en nada. Si ese es el camino que quieren, ellos lo verán. Ellos tienen que decidir y no andar corriendo detrás de ellos.
¿Comparte la teoría de que murió la NM?
-Necesitamos una reflexión ordenada y profunda, y eso empieza porque cada partido defina el rol que va a ocupar dentro del contexto político y de la sociedad chilena. El PS es probablemente el que tenga más claro eso, porque es un partido de izquierda, democrático y en esa posición tenemos que estar siempre disponibles a una alianza amplia de centroizquierda con aquellos que quieran. No somos nosotros los que vamos a vetar ni a la DC, al PC ni al FA. Haremos las alianzas que se quieran hacer en torno a objetivos concretos y a políticas de oposición bien precisas.
¿Cuánto se va a demorar ese proceso? En 2009 se demoró un tiempo largo hasta que se supo Michelle Bachelet volvía...
-Todos sabían que el oasis estaba al otro lado y que ya venía. En este caso no sé cuánto, es difícil decirlo, no es una derrota coyuntural. Ni siquiera una victoria posterior o un éxito en las próximas elecciones van a variar el hecho de que este país está sin proyecto. Entonces, cómo enfrentamos la situación, cómo seguimos adelante con nuestros objetivos de dar más igualdad y justicia, y al mismo tiempo hacer crecer la economía supone de un diálogo más profundo que el que hemos tenido hasta ahora.