El mundo se asoma a una fase de incertidumbre a partir de hoy 20 de enero. Al contrario de lo que muchos pensaban tras el shock de las elecciones en Estados Unidos, Trump no ha moderado su discurso geopolítico (tentación aislacionista y una nueva entente con Rusia) ni menos su idea de cerrar la economía de EEUU con una fuerte dosis de proteccionismo, aranceles e impuestos transfronterizos, todo teñido de apelaciones populistas y antiglobalización.

Debido al peso mundial de EEUU, esta estrategia puede tener complejos impactos en el resto del mundo. Desde ya, la Unión Europea se prepara para un período de tensión, debido al intervencionismo de Trump en la desconexión del Brexit.

Sin embargo, ha sido el Presidente chino, Xi Jinping, quien con mayor claridad -y por paradoja, siendo en teoría aún un comunista- ha destacado que a pesar de sus problemas, la globalización le ha hecho bien al mundo y se trata de un proceso que debe mantenerse, aunque buscando corregir sus aspectos negativos.

La contradicción es tal que en un país que siempre ha apostado por las libertades, la tendencia parece ir hacia su reducción, mientras en un país que se caracterizaba por una lógica proteccionista, ante la amenaza de Trump ha apostado por un discurso mucho más liberal.