El mundo se prepara para una tormenta perfecta. Así lo describe el último reporte de la consultora Bain & Company "Labor 2030" (ver online) que ahonda en la futura coalición entre demografía, automatización y desigualdad, que vivirá la economía global a partir de 2020.
El riesgo es importante, ya que podría derivar en una de las mayores agitaciones que el mundo haya visto en los últimos 60 años, extendiéndose por varias décadas, indica el reporte escrito por Karen Harris y Andrew Schwedel, señala que los mercados de clase media se verán erosionados, el gasto de la generación baby boomers tocará techo y aumentarán los conflictos intergeneracionales.
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"Las empresas y los inversionistas se enfrentan a condiciones cambiantes de manera constante", asegura Harris, directora gerente de Macro Trends de Bain, agregando que, sin embargo, su investigación prevé niveles inusuales de volatilidad en las décadas que vienen por esas tres fuerzas, que combinadas de distintas maneras, algunas veces potenciándose unas a otras, hacen difícil predecir cómo evolucionará el ambiente de negocios.
El reporte destaca que la era de fuerza laboral abundante está terminando, con una gran parte envejeciendo rápidamente y un aumento más lento de la misma. En Estados Unidos, por ejemplo, Bain anticipa que el crecimiento de la fuerza laboral se desacelerará a 0,4% por año hasta la próxima década. Así, un incremento más lento de la fuerza laboral se podría traducir en un déficit de US$5,4 billones (millones de millones) en el PIB para 2030.
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Y a medida que el tamaño total de la fuerza laboral se estanca o declina en muchos mercados, el impulso para el crecimiento económico debiera desacelerarse. De ocurrir esto, los gobiernos enfrentarán muchos desafíos,como mayores costos de salud, pensiones y alta deuda. En el lado positivo, en tanto, los menores sueldos de trabajadores con bajas o medianas habilidades en economías avanzadas se podrían beneficiar de una mayor demanda y menor oferta.
Automatización
La mayor productividad resuelve un problema, pero crea otro, según Bain. Y es que de cara a una fuerza laboral más escasa, empresas e inversionistas van a recurrir cada vez más a las tecnologías de la automatización, impulsando la productividad un promedio de 30%, comparado con 2015, lo que tendrá un impacto mayor con el paso del tiempo.
El análisis de Bain, muestra que la automatización probablemente impulse el potencial de producción mucho más allá del potencial de demanda. En el escenario base, la rápida propagación de la automatización podría eliminar hasta entre 20% y 25% de los trabajos actuales, equivalente a 40 millones de trabajadores desplazados, deprimiendo el aumento de sueldos para muchos más trabajadores.
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En tanto, los beneficios de la automatización probablemente cubran a 20% de los trabajadores, particularmente a los mejor compensados, los con mayores habilidades y a los propietarios de capital. Así, la cada vez mayor escasez de trabajadores altamente calificados, podría hacer que sus ingresos crezcan a ser incluso más altos, en relación a los con menores capacidades. Como resultado, la automatización tiene el potencial para incrementar significativamente la desigualdad de ingresos y, por extensión, la desigualdad de las riquezas.
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El reporte también destaca que el impacto de la automatización varía. En un escenario base, en que sustituya entre 20% y 25% de los trabajadores estadounidenses, golpeará al nivel más bajo de la manera más dura.
El informe de la consultora agrega que los trabajadores que actualmente ganan entre US$30.000 y US$60.000 por año, probablemente experimenten las consecuencias más adversas de la automatización: hasta 30% podría terminar siendo sustituido. Mientras, el impacto sería más tenue en los que ganen entre US$60.000 y US$120.000 por año, y un efecto todavía menor en los que ganen más de US$120.000 anualmente.