No se suponía que fuera así. El año pasado se esperaba que las monedas de los frágiles mercados emergentes impulsaran las exportaciones hacia los mercados desarrollados en Europa, Estados Unidos y Japón.
El esperado auge ayudaría entonces a reparar la fragilidad de las economías emergentes, como los "cinco frágiles" de India, Indonesia, Sudáfrica, Turquía y Brasil, reduciendo sus déficit de cuenta corriente.
Sin embargo, la realidad hasta ahora se ha quedado corta. "La mayoría de las exportaciones de los mercados emergentes han sido por decir lo menos, anémicas este año", dijo Craig Botham, estratega de mercados emergentes en Schroders.
En total, las exportaciones de los mercados emergentes crecieron 4,3% anual en enero, por sobre el 4,2% en diciembre, pero este magro repunte enmascara una fuerte diferencia en la suerte entre las distintas regiones. Latinoamérica y algunas partes de África han tenido un desempeño pobre, mientras Asia emergente y Europa del Este han estado relativamente boyantes. Dentro de las regiones, también ha habido diferencias específicas para cada país.
Esas discrepancias permiten identificar diferentes niveles de vulnerabilidad entre los cinco frágiles y otras economías emergentes frente a más turbulencias. En el lado optimista, India e Indonesia parecen estar graduándose quizás no todavía de los cinco frágiles, pero sí de la lista más crítica del grupo. Sus déficit de cuenta corriente se han ido reduciendo como porcentaje del PIB, en gran medida debido a que las depreciaciones de sus divisas el año pasado - 28% para la rupia india y 20% para la rupia indonesia- han significado una importante reducción en sus importaciones.
Los mercados de acciones, bonos y monedas en ambos países ya se están beneficiando de este vuelco, incluso en un momento de inestabilidad en Ucrania y continuos temores por el retiro del estímulo monetario de EEUU. Pero estas lecturas optimistas no opacan el hecho de que tales reducciones de déficit derivan más de una caída en la demanda interna que de un resurgimiento en las compras del mundo desarrollado de exportaciones de India e Indonesia.
"De hecho, todavía hay razones para ser relativamente pesimistas acerca de las exportaciones de los mercados emergentes", declaró David Lubin, de Citi.
"En Estados Unidos, por ejemplo (hay) evidencia que sugiere que el crecimiento de las importaciones excluyendo energía ha sido considerablemente más débil que en etapas similares del ciclo estadounidense en cualquier momento desde 1980", agregó Lubin. "Y la persistencia del superávit de cuenta corriente de la eurozona sugiere que las perspectivas para un fuerte incremento en la demanda por importaciones ahí son débiles", agregó.
Parte del problema con la demanda de EEUU y la UE, dice Louis Lam, economista de ANZ Research, es que todavía no se ha ampliado para incluir electrónica, que representa entre 30% y 60% del total de exportaciones de países como Malasia, Tailandia y Filipinas. Hasta que ocurra eso, la suerte de las exportaciones del Sudeste asiático continuará dictándose desde Japón, donde la demanda ha sido relativamente fuerte, y por China, donde una desaceleración en la inversión en construcción este año ha desplomado los mercados de commodities no alimentarios. El fantasma del debilitamiento de las importaciones chinas de mineral de hierro, cobre y otros recursos pesa sobre Brasil, Sudáfrica e Indonesia entre los cinco frágiles, pero también sobre Chile, Colombia, Rusia y Perú, dice Botham.
Las exportaciones de commodities no alimentarios representan hasta 80% de las exportaciones totales a China en Colombia, Chile, Brasil y Perú. Lo mismo ocurre en Sudáfrica, Rusia y Turquía, mientras en algunos mercados frontera como Zambia, la dependencia de las exportaciones de cobre a China es tan fuerte que la moneda local, el kwacha, se depreció contra el dólar estadounidense hasta 8% el mes pasado.
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