El reciente domingo la mayoría de los votantes ecuatorianos aprobó en referendo, entre otras normas -como la inhabilidad perpetua para ejercer cargos públicos a funcionarios condenados por corrupción-, prohibir la reelección presidencial. La consulta impulsada por el Presidente Lenín Moreno tenía un objetivo preciso: impedir un nuevo intento del ex mandatario Rafael Correa por retornar al poder. Esto explica la virulencia de la reacción de este y su advertencia de que no cejará en su intento de lograr la habilitación para volver al Gobierno. Moreno -quien fue vicepresidente de Correa-, habitualmente se manifestó contra la reelección indefinida y por ello la votación del 4 es un respaldo a su gestión, la que se ha caracterizado por modificar los elementos más populistas heredados de Correa y que lo situaron en el hoy devaluado campo ideológico del socialismo del siglo XXI, donde la reelección sin límite es un componente o una tentación permanente de este modelo. Sin duda el implícito apoyo del 36% que tuvo el ex gobernante es un dato a considerar y que obliga a que el Presidente Moreno proponga acuerdos a la oposición de centroderecha, que claramente votó a favor de sus proposiciones. Los resultados del domingo son una muestra de sensatez de la ciudadanía y un acto de responsabilidad del Gobierno. Es de esperar que también sean una señal más del regreso definitivo de la región a una política democrático liberal e institucional.

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