Deng Xiaoping dijo: “dejemos que algunos se hagan ricos primero”. Él se refería a China pero podría haber estado hablando de Asia como un todo.
En las últimas dos décadas, el rápido crecimiento en gran parte de Asia ha ampliado la brecha de riqueza. Esto ha provocado una “gran convergencia” con Latinoamérica, según un funcionario. Si bien la desigualdad se ha ampliado en gran parte de Sudamérica y Centroamérica, en Asia ha avanzado de otra forma, según Vinod Thomas, director general del Banco de Desarrollo Asiático.
En un nuevo reporte, el Banco de Desarrollo Asiático mira el efecto que el crecimiento ha tenido en la reducción de la pobreza, desigualdad y bienestar social. Concluye que sólo las cifras de crecimiento ya no son suficientes para evaluar el desempeño de un país. Medidas más amplias de “mejoras en bienestar humano y estándares de vida”, reunidos en lo que llama “un patrón de crecimiento inclusivo”, son igualmente importantes.
En los ’90, el PIB en la región Asia-Pacífico creció a una tasa anual de 9%, desacelerándose a 8,2% en los 2000. Pero el estándar de vida promedio no mantuvo el ritmo. En los ‘90, el consumo de los hogares creció mucho más lento que el PIB, a sólo 5,7%. Como resultado, el consumo como porcentaje del PIB cayó en una gran parte de la región. Las personas comunes y corrientes se perdieron gran parte de la riqueza que su nación teóricamente estaba creando.
Es cierto, el rápido crecimiento ha reducido de manera dramática el número de “pobres absolutos”, definidos como personas que viven con US$1,25 o menos al día en términos de paridad de poder de compra de 2005. El número de personas en esta categoría cayó desde 1.230 millones en los 90 a 790 millones en los 2000. Sólo en China, el número de pobres absolutos cayó desde 520 millones (43% de la población en los 90), a 230 millones (17%) en los 2000.
Sin embargo, el récord en reducir las tasas de “pobreza moderada”, definida como debajo de US$2 diarios, es menos impresionante. Las cifras en esta categoría cayeron de manera considerablemente más lenta. Gran parte del crecimiento, en otras palabras, fue a aquellos que ya estaban mejor, permitiéndoles adelantarse más. En los ’60 y ’70, la expansión de la economía asiática fue bastante equitativa. Ha sido mucho menos en las últimas décadas. En unos pocos países, como Vietnam y Filipinas (donde difícilmente podría ponerse peor), la desigualdad ha caído en la última década.
Pero esas son las excepciones. En los países más poblados, incluyendo China, India e Indonesia, la desigualdad ha subido fuertemente. En China, esto se debe en gran parte a la brecha entre quienes viven en las ciudades y los que siguen en el campo. En India, en cambio, la desigualdad ha crecido fuertemente en la ciudad.
Tampoco los países de Asia parecen haber hecho suficiente con el crecimiento que han generado. En cerca de la mitad de los países asiáticos, incluyendo China, India, Indonesia y Filipinas, el gasto en educación es menor al 4% del PIB, en comparación con el promedio de 5,2% en las economías avanzadas. El Banco de Desarrollo Asiático también descubrió que los resultados de salud generalmente habían quedado por detrás del desempeño económico.
El estudio en parte apunta al Banco de Desarrollo en sí mismo. El reporte concluye que la organización ha estado demasiado enfocada en el crecimiento de primera línea y no lo suficiente en la ampliación del impacto del desarrollo económico. Pero hay lecciones implícitas para los gobiernos, también. La desigualdad claramente importa en Asia. Una encuesta de Pew descubrió que 82% de los indios lo ven como un gran problema. En Tailandia, los partidarios de Thaksin Shinawatra, el primer ministro autoexiliado, se han movilizado por un sentido de injusticia social nacido de la disparidad de ingresos. Por otra parte, los intentos por emparejar la cancha -como las leyes de discriminación positiva de Malasia- han abierto heridas sociales por sí mismos.
En India, en particular, economistas y políticos han estado debatiendo por años sobre si el gobierno debiera priorizar el crecimiento o enfocarse en cambio en mejorar las condiciones sociales bajo las cuales pueden florecer. Los índices de mejor salud, alfabetismo y empoderamiento femenino en los bangladeshíes más pobres a menudo se muestran en India como evidencia de que el crecimiento por sí solo no es suficiente para transformar la vida de la gente.
Lo ideal es tener ambos: generar el mayor crecimiento posible y asegurar que le entrega la mayor oportunidad al mayor número de personas. Esto significa entregar los bienes públicos -infraestructura social y física- que los gobiernos a menudo están en mejor posición para entregar. Esto significa construir una base tributaria estable y justa, algo que carecen muchos países asiáticos. También significa eliminar la corrupción y el capitalismo basado en el amiguismo. Esto podría significar algo de redistribución de riqueza, también, aunque esta debe ser cuidadosamente dirigida. Los subsidios con amplia cobertura han favorecido desde India a Indonesia más a la clase media y a los ricos que a los pobres.
El rápido crecimiento de Asia, por supuesto, ha hecho algo por reducir la pobreza. Ha subido el nivel del mar y elevado todos los botes. Pero algunos botes todavía tienen más fugas de agua que otros.
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