Una de las cifras que nos está dejando 2016 es el mayor endeudamiento público bruto, siguiendo una trayectoria constante de incremento. Al cierre del tercer trimestre de 2016 llegó a $52,5 billones, lo que equivale a 21,1% del PIB, su nivel más alto desde 1994, cuando llegó a 22,9%. Este camino ascendente se evidenció con particular claridad desde 2015, cuando pasó de 15,1% a 17, 5% del PIB, unos $38,9 billones. En 2016, el nivel siguió creciendo. Al cierre del primer trimestre, el nivel se empinó a 18,1%; al segundo cuarto avanzó a 20,6%, y ahora a 21,7%. El camino que viene no es muy distinto, pues el Gobierno ha señalado que la deuda pública cerrará 2016 en 21,7%, mientras para 2017 el escenario no es mejor, ya que las propias proyecciones de Hacienda apuntan a que el déficit efectivo llegue a 3,3% y la deuda a 25,2% del PIB, su nivel más alto desde 1993, cuando la cifra llegó hasta 28,5% del PIB. Esto es preocupante y es una demostración no sólo de la estrechez fiscal por el menor precio del cobre y el menor dinamismo económico, sino también de una serie de gastos comprometidos que dejan poco margen de acción. Fitch Ratings ya bajó la perspectiva de la clasificación y otras agencias también miran con atención. Una baja en la clasificación de Chile puede tener efecto en el costo de financiamiento de las empresas, lo que se agregaría al impacto que pueda tener un repunte del dólar en el stock de deuda de las compañías.