El 4 de marzo de 1973, seis meses antes del golpe de Estado, Andrés Zaldívar fue electo por primera vez como senador de la República. 45 años después, el actual presidente de la Cámara Alta le dirá adiós al Parlamento. Y lo hace con pesar.
En las últimas cinco décadas han existido interrupciones, como los 17 años en que el Congreso estuvo clausurado por el régimen militar o su frustrada reelección en 2005, pero esas despedidas nunca lo alejaron definitivamente de la Sala del Senado.
Hoy el escenario es distinto, es "el cierre definitivo de un ciclo" y Zaldívar asume que no será fácil.
Ad portas de iniciar su última semana como legislador, el ex presidente de la DC se encuentra en un proceso de transición que le permite recordar y valorar los logros del pasado, dilucidar las deudas que quedarán en el camino y también proyectar la que, según sus propias palabras, será la última etapa de su vida.
"Por supuesto que voy a echar de menos lo que ha sido esta actividad, pero dentro de ese estado de ánimo uno tiene que actuar con realismo, la democracia es así", comienza diciendo en referencia a su derrota en la región del Maule en noviembre pasado.
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En el ojo del Huracán
Su último año en la Cámara Alta fue particularmente complejo.
Las polémicas comenzaron en septiembre pasado cuando el Ministerio Público le solicitó todos los informes de asesorías parlamentarias del Senado y Zaldívar, en su rol de presidente del Senado, se negó. "No puede pedirse al boleo todo lo que ha hecho el Senado durante seis u ocho años", dijo en ese entonces. Hoy mantiene su postura.
"Hasta el momento el Ministerio Público no ha precisado cuáles son los informes que necesita", reafirma hoy.
Dos meses después tuvo que enfrentar informaciones que lo vinculaban con tráfico de personas y cohecho. "!No he estado en ningún tráfico de personas ni de migrantes!", fue su tajante respuesta a una polémica que no siguió escalando.
Pero las aguas no tardaron en agitarse nuevamente. En enero de este año su designación como miembro del Consejo de Asignaciones Parlamentarias significó un quiebre en la Nueva Mayoría. Este acontecimiento, dice, sí le agregó un sabor amargo a su despedida.
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"Fue una situación muy desagradable, injusta, fue realmente muy amarga", recuerda sobre el rechazo de algunos parlamentarios oficialistas a su designación.
Lo que más le dolió fue que diputados socialistas rechazaran su nombramiento, pero Zaldívar sabe que estas son las reglas del juego.
"Uno siempre está sujeto a ser escrutado y muchas veces se levantan medias verdades, estamos en la época de la pos verdad y se quedan imágenes que no corresponden", puntualiza.
Un saldo positivo
Reconocido como un actor indispensable en la configuración de acuerdos políticos durante los últimos 30 años, Andrés Zaldívar está orgulloso de su labor legislativa.
"Me ha tocado participar en la gran mayoría de las más importantes leyes que se han despachado del Parlamento", resume.
Pero más allá de los proyectos aprobados, entre los que destaca reformas laborales, educacionales y la reforma tributaria, Zaldívar marca dos hitos de su vida como senador.
Recuerda con especial valoración haber protagonizado la colaboración del Senado con el Gobierno de Patricio Aylwin para la restauración de la democracia y también el rol que jugó para que Augusto Pinochet dejara la Cámara Alta.
"Después de que lo detuvieran en Londres me la jugué por entero para que abandonara el Parlamento. Era imposible que una persona que había sido exento de responsabilidad penal por ser declarado con demencia continuara en el Senado", rememora.
También hay deudas
Cuando Andrés Zaldívar asumió la presidencia del Senado en marzo del año pasado, resaltó que el poder constituyente recaía en el Parlamento.
Hoy mantiene esos dichos y lamenta no poder ser parte de la conformación de una nueva Constitución.
"Me hubiera gustado participar de ese proceso, que espero que se ejerza en el Congreso", comenta, aunque no se opone pueda delegarse a otra autoridad como una Asamblea Constituyente.
Lo primero es la DC
Con firmeza, el legislador reafirma que seguirá vinculado a la política.
"Primero me quiero preocupar de mi propio partido, se tiene que tomar una definición clara de cuál será la propuesta que le presentaremos al país", señala.
Reconoce que "siempre está la posibilidad" de que en ese proceso de definición se produzcan quiebres internos, pero afirma que en un partido político las minorías deben acatar lo que se resuelva mayoritariamente y no abandonar el barco. "La DC es un partido plural, que tiene tendencias, eso enriquece al partido, no lo debilita", dice.
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