A medida que el crecimiento de India se desmorona, las delegaciones de los agraviados titanes de los negocios se están convirtiendo cada vez más en un lugar común en Nueva Delhi.
El último mes los jefes de los cuatro mayores grupos de telecomunicaciones del país, incluyendo los directores ejecutivos de Vodafone, Vittorio Colao y Sunil Bharti Mittal de Airtel, visitaron la capital para quejarse sobre la creciente confusión en el campo regulatorio de su industria.
Su viaje se produce luego de repetidos periplos este año de los líderes industriales, como Ratan Tata, líder de Tata Group y Anil Ambani de Reliance, demandando acción en planes de infraestructura paralizada y escasez de combustible en sus decaídas plantas de producción.
El hermano mayor de Ambani, Mukesh, está teniendo un momento complicado, al tiempo que su mitad del dividido conglomerado familiar lucha con el gobierno sobre planes para desarrollar una gran planta para producir gas.
En público, estos encuentros vienen con pedidos de reformas para impulsar la alicaída economía; demandas que parecen un anuncio profético tras las alarmantes cifras de crecimiento dadas a conocer la semana pasada, que se desaceleró a sólo 5,3% en el último trimestre, tras crecer 9% hace algunos años.
India se está estancando, señalan, debido a la “parálisis política” que está perjudicando la inversión, reduciendo aún más la trayectoria del crecimiento.
Pero tales preocupaciones esconden algo con implicancias potencialmente profundas para cualquier recuperación. Conocidos como “promotores”, a veces como “boligarcas”, casi todos tienen fuertes conexiones con el gobierno.
Hubo un momento en que sus intervenciones de alto perfil habrían rendido frutos inmediatos. Pero analistas dicen que la reciente oleada de lobby no ha logrado mucho.
Los datos económicos de la última semana solamente han empeorado los problemas de un sector empresarial con dificultades. Las cifras hacen pensar en una ronda de rebajas de pronósticos, liderada por el banco Morgan Stanley, que recortó sus estimaciones de 2013 para el crecimiento del PIB por segunda vez en dos semanas, esta vez a 5,7%.
La proyección, que equivaldría a una significativa desaceleración en términos absolutos, quiere decir que India probablemente será superada por sus rivales asiáticos, como Indonesia, en el proceso de perder su título como la economía de más rápido crecimiento entre los mercado emergentes después de China.
Los analistas dicen que Ambani ofrece el ejemplo más destacado de una nueva era de la discordia. Vedanta, el grupo ubicado en Londres encabezado por el multimillonario Anil Agarwal, ofrece un ejemplo más claro. El conglomerado de India se ha centrado en una larga lucha y con muy poco éxito para ganar el permiso para extraer bauxita para una refinería de aluminio proyectada de 1 millón de toneladas en el estado oriental de Orissa.
Otro ejemplo es el de JSW Sajjan Jindal Steel, uno de los grupos siderúrgicos privados más grandes de India. El precio de su acción ha evidenciado una caída de 36% en el último año, a medida que sufre los efectos de una prohibición general de la minería en el estado sureño de Karnataka, y espera el resultado de una investigación realizada por la Oficina Central de Investigación dentro de sus propias donaciones políticas.
“Las relaciones empresariales con el gobierno están en el punto más bajo de todos los tiempos”, declara Surjit Bhalla, presidente de Inversiones Oxus, una compañía de consultoría con sede en Nueva Delhi. “Hay una especie de guerra en marcha entre la élite empresarial de India y el gobierno, y esto tiene que parar si India va a crecer de nuevo”. Los que esperan por señales de una tregua pueden tener que esperar un largo tiempo.
COPY RIGHT FINANCIAL TIMES
© The Financial Times Ltd, 2011.