China dio un paso hacia adelante durante el último año en reequilibrar su economía hacia un modelo de crecimiento más sustentable. Pero, en los últimos meses también dio un paso hacia atrás.

El consumo fue un mayor contribuyente que la inversión al crecimiento en los primeros tres trimestres de este año, un cambio crucial para una economía que por mucho tiempo ha sido demasiado dependiente de la inversión.

Sin embargo, enfrentado a una desaceleración, el gobierno ha deshecho parte del progreso al buscar una solución familiar: dio rienda suelta al gasto, especialmente en proyectos de infraestructura.

Como resultado, la economía china termina el año en una posición fuerte, pero las cifras probablemente mostrarán que fue gracias a la inversión, no al consumo.

El incremento en el gasto en líneas férreas ha sido emblemático en esto. La inversión en estos proyectos se elevó 82% anual en octubre, por sobre el ritmo de avance de 37% en agosto.

Tal recaída no es inédita. En 2007, Wen Jiabao, el saliente primer ministro, dijo que la economía de China estaba peligrosamente desalineada: el crecimiento se había vuelto “inestable, desequilibrado, descoordinado y no sustentable”. Pero cuando la crisis financiera global explotó a fines de 2008, China lanzó un paquete de estímulo por 4 billones (millones de millones) de yuanes (US$585 mil millones) para evitar caer en recesión.

Esto empujó la inversión al alza a casi 50% del PIB en 2010, un nivel nunca antes visto en tiempos de paz. El otro lado de la moneda es que el consumo personal representa apenas 35% del PIB, menor al 46% de los ´90 y muy por debajo de lo habitual en otras economías de crecimiento acelerado.

Un reciente paper del Fondo Monetario Internacional evalúa el nivel de la sobreinversión de China. Su conclusión fue que la inversión había llegado a un nivel de alrededor del 10% superior de lo que sería considerado como óptimo para una economía en este estado de desarrollo.

La desviación es “mayor y (más) persistente que la sobreinversión en otras economías líderes de Asia que llevaron a la crisis asiática (de 1997-98) o en Japón en 1980 antes que comenzara su década perdida”, escriben los autores del paper del FMI.

Basado sólo en esta comparación, parecería que a la economía china le espera un miserable destino. Pero hay dos distinciones cruciales entre China y sus pares asiáticos previamente sobre invertidos.

La primera es que el financiamiento para la inversión china ha sido de origen casi completamente doméstico. Esto significa que el país debiera estar a salvo del tipo de crisis de deuda externa que plagó a Corea del Sur y Tailandia.

La segunda es que, pese a la reciente recaída, el gobierno parece estar consciente de los peligros de la sobre inversión y ha comenzado a tomar medidas para cambiarlo.

Ha progresado en construir un estado de bienestar, un telón de fondo necesario que permitirá a la gente gastar más dinero. Más de 430 millones de chinos están cubiertos por seguro de salud básico, por sobre los 40 millones de hace una década.

De manera cautelosa, el gobierno ha comenzado a introducir una desregulación a las tasas de interés. Desde junio de este año, los bancos comerciales pueden fijar tasas de depósito 10% por sobre las tasas de referencia. Esta aparentemente pequeña medida está ayudando a pavimentar el camino hacia una mayor competencia por financiamiento entre los bancos, elevando el costo de capital para los prestamistas y por lo tanto, desincentivando la inversión.

La razón de este reequilibrio está en los cambios estructurales de la economía. El más importante de este es la caída de la población en edad de trabajar. Con la fuerza laboral creciendo más lento, los empleadores deben competir por trabajadores y los salarios han subido 10% al año, algo que motiva el consumo.

Li Keqiang, que asumirá como primer ministro en marzo, ha dado señales de reformas. Ha Jiming, de Goldman Sachs en China, cree que, entre otros temas, Li se concentrará en facilitar a los residentes rurales establecerse en ciudades y también impulsará que las industrias de servicios se abran a inversión privada. Pero esto se hará de manera gradual y, como se vio este año, se verá amenazado ante la alternativa de una fuerte desaceleración del crecimiento.

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