¿Cuál es la diferencia entre por ciento y puntos porcentuales? 

Hay muchas personas, incluyendo prominentes académicos que no conocen bien la distinción.

¿Importa?

Por el bien de la exactitud, sí. Sin embargo, dada la falta general de conocimiento numérico y de entendimiento financiero, es un detalle menor.

La industria financiera por largo tiempo ha mantenido que la educación financiera es el factor faltante en transformarnos a todos en mejores clientes. A medida que el proceso de toma de decisiones financieras cada vez más pasa más desde las instituciones a manos de los individuos y se hace más y más complejo, la necesidad aparente de mejor educación se vuelve incluso más apremiante.

Pocos estarían en desacuerdo en que conceptos como la apreciación de las tasas de interés, interés compuesto, tasas de porcentaje anual e inflación debieran enseñarse como el estándar a todos los niños en el colegio. No estaría demás si ellos aprendieran también sobre el mercado de acciones.

Sin embargo, eso por sí solo no necesariamente los equiparía para tomar mejores decisiones acerca de cómo invertir para la jubilación, por ejemplo. Para empezar, no hay acuerdo en cómo hacerlo entre los profesionales. Tampoco hay acuerdo sobre el punto al cual un mejor conocimiento de los riesgos de las inversiones llevaría a una mejor toma de decisiones.

Una publicación reciente de la aseguradora Allianz, revela una creencia por parte de algunos de que la educación financiera evitaría que volviera a ocurrir una crisis al estilo de la de 2008 y ayudaría a reducir la desigualdad de la riqueza, mientras otros mantienen que es demasiado complejo y que debiéramos dejar las decisiones a los expertos.

Mientras, el economista del comportamiento, Dan Ariely, dice que es “ilusorio” esperar que la educación lleve a mejores resultados financieros. Él apunta a un análisis realizado este año de 201 estudios previos sobre el tema, que descubrió que la educación financiera no tenía virtualmente ningún efecto en el comportamiento financiero subsecuente. Esto se debe en gran parte a que la mayoría de la gente olvida lo que ha aprendido en 20 meses.

Por lo tanto, Ariely recomienda un grado de coacción. La gente debiera tener que comprar un seguro contra los riesgos de longevidad tal como tienen la obligación de comprar un seguro automotriz básico, plantea.

Los sistemas de pensiones son una curiosa mezcla de obligación (tanto suave como en el programa de auto inscripción del seguro automotriz en Reino Unido como fuerte como en el caso de las contribuciones obligatorias al sistema de pensiones en Australia) y opción individual. Los ahorrantes cada vez se ven más impulsados a ingresar a esquemas, donde la mayoría invierte en fondos entregados por defecto en vez de ejercer cualquier opción respecto de a dónde va su dinero. Tras la jubilación, sin embargo, deben decidir qué hacer con el pozo de dinero que han acumulado. Las opciones por defecto a menudo carecen de tal etapa. La asesoría podría llenar la brecha, asumiendo que la gente confía, una gran condición. Es poco probable que la educación ayude.

El nivel del desafío de hacer que la gente entienda mejor las finanzas, especialmente el tema de las pensiones, queda claro con la investigación de NEST (National Employment Savings Trust), establecido por el gobierno británico como un proveedor de bajo costo de pensiones para una inscripción automática. El hallazgo más notable del informe de NEST es que la mayoría de los ahorrantes “se sorprenden al descubrir que todo su dinero es invertido y no logran apreciar la razón detrás de ello”.

Tomar riesgos parece “contraintuitivo”, y la idea de pagar por garantías parece “escandalosa”. Hay “un grado de incredulidad de que el vehículo de ahorro para la jubilación no ofrece certeza como algo natural”.

En la medida en que la gente equipara la pensión laboral con la pensión estatal, tal vez esto no sorprende. Los planes de pensiones con contribución definida, donde la inversión, la inflación y los riesgos de longevidad recaen en el individuo, se están transformando en la norma en Reino Unido. Tales esquemas serán el primer contacto que tendrán muchas personas con el mundo de la inversión.

Sin embargo, un estudio de State Street Global Advisors descubrió que incluso en Estados Unidos, donde los esquemas de Washington DC tienen una historia más larga, la gente se ve a sí misma como “ahorrante” en vez de como “inversionista”. Sólo 22% de los que contestaron la encuesta en Estados Unidos se describió a sí mismo como muy o extremadamente conocedor acerca de los ahorros y la inversión, en comparación con 25% en Reino Unido (una diferencia de tres puntos porcentuales).

En vista del peso de la evidencia de que la educación financiera no es una panacea, y que decirle a la gente cómo funcionan las pensiones podría alarmarlos en vez de empoderarlos, los proveedores de pensiones enfrentan un problema comunicacional. Como recalca el informe de NEST, se necesita “equilibrar un mejor conocimiento con un comportamiento deseado”, siendo esto último mantener a la gente contribuyendo al sistema.

¡Crucemos los dedos que resultará bien entonces!

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