Las tropas estadounidenses, que se encuentran en Siria para combatir al Estado Islámico, no harán las maletas ahora que, en lo esencial, el grupo yihadista ha sido derrotado. Se quedarán. Pero no está claro qué papel desempeñarán en el conflicto sirio más amplio que también está llegando a su fin. Washington se encuentra en la rara posición de espectador mientras sus rivales, y algunos de sus aliados, cooperan en la elaboración de un plan de paz.
El presidente ruso, Vladimir Putin, buscaba consensuar el plan en la antesala de la reunión con sus pares de Irán, Hasan Rohani, y Turquía, Recep Tayyip Erdogan, en el balneario del Mar Negro de Sochi. "Una verdadera oportunidad de poner fin a esta guerra civil que data de hace varios años ha aparecido", dijo ayer al inicio de la cumbre.
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Algunos elementos son claros -Bashar al-Assad, de Siria, permanecerá en el poder-, mientras que otros son más discutibles, como el destino de los kurdos sirios, que son los únicos aliados efectivos de Estados Unidos en el terreno y de los cuales desconfían Teherán y Ankara.
Más allá de esos detalles, emerge un modelo mayor. Estados Unidos está aliado con Arabia Saudita e Israel. A esa coalición se opone una alianza cada vez más poderosa entre los tres gobernantes que se reúnen en Sochi. En lo que respecta a elaborar el acuerdo que podría reconfigurar Medio Oriente, son ellos quienes tienen la mayor parte de las cartas en la mano.
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"El futuro de Siria está en buena medida en manos de ese triunvirato", dijo Emile Hokayem, investigador del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos en Londres. "Son los más dominantes, tanto en el plano militar como en el diplomático. En comparación, Estados Unidos se encuentra a la deriva en lo que respecta a estrategia", agregó el experto.
"No nos vamos a ir"
La guerra siria ha dejado un saldo de alrededor de 400.000 muertos y millones de personas desplazadas. Estados Unidos y sus aliados responsabilizan a Assad de la mayor parte de la matanza. Cuando el secretario de Defensa estadounidense, James Mattis, dijo la semana pasada que las fuerzas estadounidenses se quedarán -"no nos vamos a ir de inmediato"-, mencionó la necesidad de garantizar el avance hacia una paz viable.
Eso se ha interpretado como una forma de hacer frente a Irán. Así como la intervención militar de Putin de 2015 fue un momento decisivo para Assad, los combatientes iraníes también desempeñaron un papel clave conforme el presidente sirio recuperaba territorio de manos de los yihadistas y los rebeldes que respaldaba Estados Unidos. Ahora el fantasma de un dominio iraní en Siria alarma a sauditas e israelíes, que consideran que la república islámica es su enemigo más peligroso. Han recurrido a Trump, que ha calificado a Irán de "el principal país del mundo que auspicia el terrorismo".
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Estados Unidos busca formas de oponerse a Irán en la región, según Eric Pahon, el vocero del Departamento de Defensa. Aún queda mucho por hacer contra el Estado Islámico en la región, dijo el lunes Pahon en una entrevista. Los yihadistas todavía controlan territorio y, en los lugares de los cuales se los ha expulsado, los aliados de Estados Unidos, encabezados por los kurdos, tienen que colaborar "en la transición a la gobernanza local, en la creación de infraestructura, para garantizar que la gente pueda regresar a su casa y en la instauración de las condiciones de seguridad que impidan que ISIS vuelva a tomar el control".
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