En el corazón de Londres, específicamente en Shoreditch House casi un milagro: el día está lo suficientemente caluroso, como para nadar en la piscina exterior de este club privado. Yancey Strickler, de visita desde su base de Nueva York, no se ve con ánimos de unirse a la natación de primavera. Ni siquiera a la celebración. El día que nos encontramos se cumplen cinco años de Kickstarter, la plataforma de crowdfunding que anunció recientemente un importante hito: US$1.000 millones levantados, para apoyar a más de 60.000 proyectos en su corta historia.
Strickler, su co-fundador, se acaba de convertir en CEO, y el ritmo de sus días no parece incluir tiempo para hacer nada placentero durante la tarde. Desde su nombramiento, dice, cada minuto de su día, desde las nueve de la mañana a ocho de la tarde, se contabilizan. Pero se ha encontrado con una agradable sorpresa al hacer frente al aumento de la carga de trabajo. “El correo electrónico, que era el centro de mi vida hasta hace seis meses, se ha convertido de repente en algo mucho menos significativo para mí, porque gasto casi todo mi tiempo en reuniones cara a cara”.
Saborea la ironía. Se trata de un joven fundador de una start-up tecnológica que ve reducido su tiempo a la interacción humana. “Estamos en el eje de tantas cosas, que es importante conocer a personas todo el tiempo. No me lo esperaba en absoluto”. “Debe sentirse bien”, digo. “Es una gran manera de comunicarse”, responde secamente Strickler y se rompe en una amplia sonrisa.
Desde el día en que comenzó la plataforma, parecía haber llegado completamente formada, con aspiraciones nobles, elegante en su simplicidad. Aquí estaba el principio: cualquiera que tenga una idea para un proyecto creativo, la puede publicar en un sitio web y pedir a los partidarios que la financien. Las partes interesadas recibirán pequeñas -y no tan pequeñas- recompensas, según la cantidad aportada. Si se cumple el objetivo de fondo, va adelante el proyecto. Si no, los creadores de la idea no reciben nada.
Inversión y filantropía
El éxito de Kickstarter ha aumentado de manera exponencial. Sólo el año pasado, tres millones de personas de 214 países comprometieron más de US$480 millones para financiar proyectos. Desde el comienzo de este año, el equipo de Kickstarter ha aumentado de 70 a 85 personas, que se han trasladado a la nueva sede en Brooklyn. Las fotos del equipo de empleados son de miedo. Se pueden ver desde zapatillas verdes, hasta un ramo de flores. Pasando por una pelota de baloncesto y un cubo de Rubik. Prácticamente todas las personificaciones culturales del siglo XXI en una sola imagen.
Strickler, de 35 años, fundó la compañía con sus amigos Perry Chen y Charles Adler. Dice que pasaron muchas noches discutiendo el riesgo, tirando un montón de “muy malas ideas”. El objetivo de Kickstarter, una vez que se puso en marcha, era más o menos el mismo que se puede apreciar hoy. Strickler explica el concepto detrás de la empresa. “Hay tres ejes principales: inversión, porque los usuarios ponen dinero por adelantado; filantropía, porque sienten que está haciendo algo bueno y; el comercio, porque obtienen algo a cambio de su dinero. “El sitio web no es enfáticamente para recaudar fondos de caridad”, añade. “Es un intercambio entre adultos. De personas con ideas afines que saben lo que hacen”.
El co-fundador dice que cuando partió, los proyectos en mente eran los que tenían más probabilidades de ser ignorados por los gigantes de la industria cultural. Strickler estaba pensando en sus héroes: como el director David Lynch. “Creo que debe ser muy duro, incluso si se tratase de David Lynch, conseguir financiamiento para una película, por que no necesariamente el filme va a generar millones de dólares. Para financiar una película como ésta, habría un montón de fans dando vueltas, que aman incondicionalmente su trabajo. Así que estábamos tratando de hacer un lugar donde la gente podía apoyar simplemente porque le gustan ese tipo de cosas” (Lynch todavía no ha utilizado el sitio web para recaudar dinero).
Reconoce que Kickstarter es ahora una marca global, promoviendo actividades culturales, como el festival de cine de Brooklyn. Además, opera en cinco países fuera de los EE.UU.
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