Hace ocho décadas, el economista John Maynard Keynes recalcó: “cuando los hechos cambian, yo cambio mi forma de pensar; ¿Qué hace usted, señor?” Los inversionistas harían bien en considerar que, al mirar atrás hacia los últimos cinco años, es evidente que algunos de los “hechos” de las finanzas globales han cambiado.

No es una sorpresa que esto haya producido algunos cambios visibles en la visión de la mayoría de los inversionistas. Nadie asume que los bonos hipotecarios subprime son seguros, por ejemplo, ni confía tranquilamente en las calificaciones de crédito triple-A. Tampoco se asume que los grandes bancos no pueden colapsar, o que los bancos centrales occidentales no pueden mantener las tasas en cero.

Pero aunque estos cambios visibles son sorprendentes, lo que es quizás aún más interesante es cómo nuestra forma de pensar ha cambiado lentamente de formas más sutiles. La mayoría del tiempo, los inversionistas no ponderan la naturaleza de la sabiduría popular, o sus suposiciones implícitas; después de todo, nadie quiere admitir que es una criatura del conocimiento que le rodea.

Sin embargo, un importante presidente de un banco central occidental se embarcó en el ejercicio personal de explorar cómo esta sabiduría popular, y la de los colegas, ha cambiado en la última década. Y si bien su banco (tristemente) no me permite identificarlo, vale la pena hacer una lista con sus reflexiones - al menos porque podría inspirarnos a hacer un ejercicio mental similar en estas vacaciones.

La lista de este banquero identifica, sin un orden en particular, ocho puntos.

Primero, ya no se asume que más grande signifique mejor. Antes de 2008, los inversionistas instintivamente miraban con admiración a los bancos gigantes (como Citigroup) o países con sistemas bancarios corpulentos (como Islandia). Ya no; ahora sabemos que las economías de escala a veces son una ilusión.

Segundo, las finanzas ya no se ven como auto-estabilizadoras. Al contrario, a menudo se ven “autodestructivas”, como dice este banquero. Incluso Alan Greenspan, ex presidente de la Fed y decano de la escuela de la “auto-estabilización”, hoy suena preocupado por el comportamiento de los bancos.

Tercero, sabemos que los contribuyentes quedan vulnerables cuando las finanzas fallan; nadie espera que un hada mágica ahuyente los problemas. Sólo mire, por ejemplo, como las calificaciones de crédito bancario y soberano, o cómo los precios de intercambio de créditos, se han entrelazado desde 2008.

Cuarto, el apalancamiento importa. Antes de 2008, este asunto parecía irrelevante - o nostálgico; tanto así que cuando los banqueros aseguradores europeos crearon una banda de rock amateur en 2007, se llamaron “Da Leverage” como una broma. Hoy, nadie se atrevería a reír de esa palabra.

Quinto, la liquidez también importa. Antes de 2008, preguntarse por esta palabra también parecía pintoresco; después de todo, la innovación financiera parecía haber “licuado” la mayoría de las clases de activos. Hoy todos saben que la liquidez se puede desvanecer, generalmente cuando más se necesita.

Sexto, las burbujas no solo existen en los baños. Antes de 2008, a los políticos les gustaba pensar que podían trapear los excesos, si era necesario, en lugar de intervenir por adelantado. Ya no.

Séptimo, las soluciones estructurales no son un tabú. Antes de 2008, era casi extravagante sugerir que los políticos podrían influir deliberadamente en la dirección de las finanzas por medio de intervenciones en la política. Hoy, incluso las voces de la derecha creen que tiene sentido restringir el tamaño y el comportamiento de los bancos, y las voces de la izquierda quieren controlar aún más.

Octavo, las sombras no debieran permanecer sombrías. Antes, el sector financiero no bancario era generalmente ignorado. Hoy, los políticos e inversionistas quieren alumbrar a los bancos en las sombras - y los gobiernos (tardíamente) quieren crear más control.

Algunos lectores probablemente tienen su propia lista de ideas. Yo pienso que probablemente uno de los cambios culturales más importantes (que se relaciona con muchos de los puntos anteriores) tiene que ver con el rol del gobierno.

Antes de 2008, los inversionistas asumían frecuentemente que las economías y los mercados eran movidos por fuerzas políticas y sociales. Hoy, nadie cree que la economía sólo se trata de números; por el contrario, factores “blandos” políticos y sociales - sin mencionar las acciones de los bancos centrales - moldean casi todos los tipos de activos.

Independiente de si usted aprueba o desaprueba estos cambios de mentalidad, el asunto crucial es este: nuestras suposiciones pueden cambiar disimuladamente, a menudo en formas que apenas notamos. Por esto necesitamos ponderar nuestras ideas periódicamente, y preguntarnos: ¿Podría esta sabiduría popular cambiar de nuevo en los siguientes cinco años? Y, de ser así, ¿Cómo afectaría esto a los precios de los activos, o al debate político?

Que tenga una feliz evaluación en estas vacaciones.

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