La revolución del shale gas busca hacerse global




La revolución del shale gas empezó en Estados Unidos. Pero pronto podría volverse global. Las empresas de energía están aplicando las mismas técnicas que desbloquearon el amplio potencial de shale gas de Estados Unidos a otras cuencas alrededor del mundo.

La esperanza es que las áreas a las cuales se apunta puedan mostrar ser tan prodigiosas como las de Barnett, Eagle Ford, Bakken y Marcellus, que han revolucionado el mercado de gas de Norteamérica y han generado un renacimiento industrial en EEUU.

Uno de los exploradores más entusiastas es Chevron. Comenzó en busca de perspectivas de cuencas de gas shale hace dos años, las puso en un mapa de los mercados de gas más lucrativos, y se enfocó en los lugares donde los dos se superponían. Europa del Este tuvo el mejor puntaje en ambos.

Entonces Chevron se enfocó en una tendencia geológica extendiéndose desde el Báltico al Mar Negro, llamada la Zona de Sutura Transeuropea. La compañía está explorando 1,2 millones de hectáreas en Polonia y Rumania, tiene acuerdos en Bulgaria y recientemente ganó el derecho a negociar un gran contrato de gas en Ucrania.

“Mire el mapa de la región desde un satélite, se puede ver la línea que estamos siguiendo”, plantea Jay Pryor, director de desarrollo de negocios de Chevron. “Estamos tratando de obtener el mayor espacio a lo largo de esa tendencia”.

El shale es la roca sedimentaria más común en la tierra, formando la fuente para hidrocarburos que migran hacia reservas convencionales. El auge del shale gas en EEUU comenzó cuando las empresas petroleras desarrollaron formas de acceder directamente hacia esta roca, usando técnicas como la fractura hidráulica -o fracking- para romper la roca y liberar el gas atrapado dentro de ella.

Ahora está claro que el mismo proceso puede destrabar reservas en otras partes, incluyendo Australia, Sudáfrica y Europa del Este. Una evaluación del potencial en 32 países por parte de la Administración de Información de Energía, una agencia federal estadounidense, descubrió que el shale podría incrementar los recursos técnicamente recuperables de gas del mundo en más de 40%.

Pero se sabe poco acerca de nuevas cuencas de shale. Esto marca un fuerte contraste con Estados Unidos, donde la perforación en lugares como Barnett Shale, en Texas, ya ha entregado amplias cantidades de datos geológicos antes que cualquiera imaginara cómo sacar el gas.

Menno Koch, de Lambert Energy, una empresa de asesoría con sede en Londres, dice: “En Europa, un número significativo de pozos todavía deben perforarse para tener un conocimiento de las cuencas.

Hay otros obstáculos. El shale gas comenzó su auge en Estados Unidos gracias a cientos de exploradores independientes, la enorme red de compañías de servicios petroleros ofreciendo plataformas de perforación y otro equipamiento vital, y los sofisticados mercados financieros que canalizaron capital a nuevos proyectos.

Otro aspecto de la escena estadounidense es la propiedad privada de los derechos mineros, lo que da a los propietarios un gran incentivo económico para desarrollar gas bajo su territorio. Muy pocos lugares fuera de Estados Unidos tienen esa combinación ganadora de factores.

Robert Clarke, director de gas no convencional en la consultora Wood Mackenzie, dice que los únicos países con la justa combinación de factores -la correcta geología, apoyo del gobierno, robustos precios del gas, muchas empresas de servicios e intereses por parte de las grandes empresas de exploración- son Argentina, Australia e Indonesia. Entre los países que carecen de tales cruciales piezas del puzle están España, Irlanda y Sudáfrica.

El apoyo del gobierno es un motor crítico. Clarke plantea: “Tendrá que haber un cambio de pensamiento de parte de los reguladores”.

Aún así, en muchos países es una demanda difícil. La oposición al fracking, que los ambientalistas dicen puede contaminar las aguas subterráneas, ha presionado a países como Francia a proscribir la práctica. En enero, el gobierno de Bulgaria retiró los permisos de exploración de shale gas de Chevron para Dobruja, una de las áreas más fértiles de trigo, luego de masivas protestas anti-fracking.

Tal oposición es menos patente en Argentina, visto por muchos como el lugar más probable donde se desarrollaría la revolución del shale. El estudio de la EIA ubica sus reservas de shale en 774 billones (millones de millones) de pies cúbicos, sólo detrás de China y Estados Unidos. Sus recursos en Vaca Muerta son tan amplios que siguen atrayendo intereses extranjeros, pese a que el gobierno tomó el control de la mayor petrolera local, YPF, desde el gigante español Repsol.

Otro país que se convertiría en un gigante del shale gas es Polonia, ansioso por dejar de depender del gas ruso. Sin embargo, está muy por detrás de Argentina.

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© The Financial Times Ltd, 2011.

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