La propuesta de Carlos Slim de que la semana laboral sea sólo de tres días suena loca. Pero muchos, en 1922, pensaron que Henry Ford estaba loco cuando él anunció que su equipo trabajaría cinco días a la semana.

Nuestra semana laboral nos parece normal porque es lo que siempre hemos conocido y lo que todo el resto hace. En gran parte, pero no en todo el mundo, los sábado y domingo son días libres. Pero antes era normal para la gente trabajar también los sábado en la mañana.

Entonces ¿podría Slim, el magnate de las telecomunicaciones mexicanas y el segundo hombre más rico del mundo estar pregonando un cambio en la vida laboral tan grande como el de Ford?

Ciertamente podría estarlo para aquellos por quienes él estaba más preocupado cuando hizo su declaración en una conferencia de negocios en Paraguay: los trabajadores que todavía no están listos para jubilarse.

Como dijo Slim, ya no tiene sentido que la gente deje de trabajar a los 50 ó 60 años cuando todavía le queda un tercio de vida por delante. “La gente va a tener que trabajar más años, hasta los 70 ó 75 años, y trabajar sólo tres días a la semana, quizás por once horas al día”, aseguró.

Mantener a los empleados más viejos en el trabajo tiene sentido para las sociedades, especialmente para aquellas con un número de jóvenes que va en caída, de quienes se espera que paguen por los pensionados más longevos.

También tiene sentido para los empleados más viejos: un mix de trabajo y descanso es lo que quieren: “Con tres días de trabajo a la semana, tendríamos más tiempo para relajarnos; para calidad de vida. Tener cuatro días de descanso sería muy importante para generar nuevas actividades de entretención y otras formas de ocuparse”, dijo Slim, quien tiene 74 años.

Él pareció sugerir que estos trabajadores de semanas más cortas ganaran lo mismo que si trabajaran tiempo completo. Esto es lo que pasa en Telmex, su empresa de telefonía fija mexicana, donde los que están en edad de jubilar pueden optar por trabajar cuatro días a la semana con un salario completo.

Los trabajadores más viejos en todas partes podrían preferir semanas más cortas a un pago más reducido, y trabajar ocho o nueve horas al día en vez de once. Sus empresas valorarían retener su experiencia y al mismo tiempo ahorrar dinero en sus salarios.

¿Qué hay del resto? Están los desempleados, o en trabajos poco convincentes, o con contratos cero horas [un tipo de contrato usado en Reino Unido donde el empleador no tiene obligación de dar trabajo, sino que el empleado debe estar disponible al llamado y sólo se le pagan las horas trabajadas], quienes estarían felices de tener tres días de trabajo asegurado y bien pagado.

Otros en hospitales, supermercados y estaciones de servicio tienen que trabajar en las noches, así como en los fines de semana que Ford transformó en días de descanso para sus empleados.

Pero una semana más corta funcionaría para muchos otros si sus empresas tuvieran la imaginación para estar de acuerdo.

En casi todos los casos que conozco de padres que trabajan (casi todas mujeres) en semanas de tres o cuatro días, son más productivos que sus colegas que trabajan cinco días a la semana. Generalmente son más enfocados y están mejor organizados.

Las semanas más cortas no funcionan en todos los empleos, pero funcionan en más empleos que los gerentes tradicionales suelen pensar. Estar de acuerdo con ellas requiere dos cambios de pensamiento de gestión. El primero es darse cuenta de que gran parte del tiempo que se pasa en las oficinas se desperdicia de todas maneras. Y la mayoría de los e-mails enviados fuera de las horas de trabajo son innecesarios. Nos las arreglábamos bien antes de tener la tecnología para enviarlos.

Las horas de trabajo de los gerentes son a menudo las menos necesarias de todas. Henry Mintzberg, el escritor canadiense sobre temas de gestión, descubrió que los principales gerentes daban vueltas sin enfocarse mucho tiempo en algo.

Sir Gerry Robinson, ex director de Granada, el grupo de TV, dijo a Financial Times: “Siempre he trabajado pocas horas. Te aseguras de no perder el tiempo haciendo cosas que no son importantes”.

Segundo, los ejecutivos senior deben entender que la mejor manera de medir a la gente es a través del trabajo que producen, no tanto por el tiempo que pasan en sus escritorios.

Sobre todo, los gerentes deben comprender que las vidas de la gente han cambiado. Tienen niños, y sus padres son adultos mayores con necesidades. Hay años en que sus hijos los necesitan más y otros en que los necesitan menos. Si las empresas son serias, particularmente acerca de promover a la mujer, deben tomar esto en cuenta. En un almuerzo al que fui en Hong Kong el mes pasado para abogados de una empresa asiática, las mujeres hablaban sobre lo importante que había sido el trabajo flexible para avanzar en sus carreras.

La gente que vive más, con mejor estado de salud, está cambiando la vida laboral también. La idea de Slim está acorde con los tiempos.

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