Zakia al-Mazouri cuenta que ella estaba investigando un reportaje sobre un presunto caso de corrupción en Amara, al sur de Irak, en marzo, cuando recibió una llamada que le advertía que tres hombres en actitud amenazante la buscaban en su hotel. La periodista kurda trató de huir de la ciudad con sus tres hijos, pero fue detenida en un retén del ejército por presuntamente distribuir propaganda antigubernamental y falsificación de dinero.

Varias horas de desesperadas llamadas telefónicas siguieron antes de ser liberada. Encarcelada durante cuatro meses por Saddam Hussein, Mazouri se ha acostumbrado a la persecución en el curso de su trabajo. Pero ahora ve de nuevo esta tendencia en alza bajo la administración de Nuri al-Maliki, el ex islamista disidente que ahora cumple su segundo mandato como primer ministro. "Este gobierno que está ahora no es mejor que el anterior", indica en una entrevista en la oficina de Bagdad del Observatorio de Libertades Periodísticas, un grupo de campaña. "No hay democracia real".

Incluso a medida que aumenta su estatura global, sin embargo, la búsqueda interna de Irak de un consenso político sigue siendo por lo general complicada. Las tensiones entre el gobierno de mayoría chiíta y la minoría suní, que dominó en el gobierno de Hussein, están aumentando de nuevo a medida que un firme primer ministro amplía su base de poder.

Nunca se esperó que la transición política, provocada por la invasión en vez de por la revuelta popular, cumpliera con las promesas de EEUU sobre el sueño democrático que se expandiera por toda la región. Sin embargo, la estabilidad de Irak es hoy más importante que nunca, con la región recuperándose de las secuelas de la primavera árabe, Siria en medio de un conflicto cada vez más militarizado, Israel amenazando con atacar las instalaciones nucleares de Irán y los estados del norte de África luchando con sus propias frágiles transiciones políticas.

Maliki afirma que Irak hoy es mucho más libre de lo que era durante la era de Saddam, y es una potencia regional responsable y confiable. "Irak tenía un proceso político establecido, un proceso democrático, y ha adoptado los principios de las elecciones y la transferencia pacífica del poder", manifestó Maliki en una conferencia de prensa conjunta con el presidente Barack Obama poco antes de la retirada de tropas de EEUU. "Irak está siguiendo una política exterior en la que no interfiere en los asuntos de los demás y no permite a los demás  intervenir en sus propios asuntos".

Esa estructura cuidadosamente equilibrada fue convertida en un caos cuando, en vísperas de la salida de las tropas de Estados Unidos, los tanques rodearon las viviendas de Hashemi, Mutlaq y Rafie al-Issawi, ministro de finanzas y otro sunita.

Días después, el ministerio del Interior detuvo a varios de los guardaespaldas de Hashemi y emitió una orden de captura en su contra por cargos de terrorismo, alegando que estaban vinculados a los escuadrones sunnitas que mataron a chiitas durante el sangriento conflicto sectario del país, que alcanzó su punto máximo en 2006-08. Hashemi, quien acusó a Maliki de inventar los cargos, huyó del país, eventualmente terminando en Turquía. El gobierno el mes pasado intensificó la presión sobre él cuando afirmó que mató a seis magistrados.

Central en este drama sin desenlace son la persona y las intenciones del enigmático Maliki. Su abuelo fue ministro bajo la antigua monarquía iraquí y fue forzado al exilio por Saddam, pasando décadas en Teherán y Damasco, desde donde editó un periódico de oposición. De vuelta en Irak, ha prosperado al tiempo que sus oponentes se han autodestruido.

En un detallado artículo publicado en marzo, Toby Dodge de la London School of Economics, indicó que el primer ministro había "demostrado ser un político muy hábil, casi maquiavélico. A pesar de su fracaso para ganar las elecciones nacionales de marzo de 2010, pasó 10 meses maniobrando con rivales ineptos en Irak para retener la jefatura del gobierno, sin la imposición de limitaciones significativas en su poder".

A medida que Bagdad se prepara para acoger el 23 de mayo la reunión de las potencias internacionales sobre el programa nuclear de Irán, los analistas señalan que Maliki está atravesando por un camino cuidadoso en tratar de preservar un cierto grado de autonomía de un vecino al este, con quien está naturalmente atraído por necesidad política y el parentesco religioso.

Los analistas dicen que Maliki -un musulmán chiíta, al igual que los líderes de Irán- por instinto se inclina hacia Irán y hacia el hecho de estar en deuda con Irán luego que le ayudara a la coordinación del apoyo crucial ofrecido a su gobierno de coalición por Moqtada al-Sadr, un clérigo que dirige el tercer partido más grande del Parlamento iraquí. La cooperación entre los dos países fue destacada por los planes anunciados el año pasado en relación a un gasoducto regional que vincularía Irán con Siria a través de Irak. Maliki supervisó la histórica visita de marzo a Irak del emir de Kuwait, la primera visita desde la invasión de Saddam Hussein en 1990 a Kuwait.

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Debes saber

¿Qué ha pasado?
Incluso a medida que aumenta su estatura global, la búsqueda interna de Irak de un consenso político sigue siendo, por lo general, complicada.

¿Por qué ha pasado?
Las tensiones entre el gobierno de mayoría chiíta y la minoría suní, que dominó en el gobierno de Saddam Hussein, están aumentando a medida que un firme primer ministro va ampliando su base de poder.