Lalanya Tevyaw ha estado buscando empleo en vano desde fines de junio, cuando perdió el salario de US$2.500 al mes que ganaba en una planta recicladora. Su sueño es operar excavadoras y otro tipo de maquinaria, y recién terminó un curso para hacerlo, pero está preocupada porque si no encuentra trabajo pronto perderá las habilidades recientemente adquiridas. La recuperación de la economía estadounidense lleva casi cinco años, pero hay poco que celebrar entre los desempleados de largo plazo -personas que llevan más de seis meses sin trabajo-. Este se ha transformado en uno de los temas más definitorios de la economía estadounidense tras la crisis financiera y recesión.

Si bien el desempleo de corto plazo esencialmente ha vuelto a sus niveles pre crisis de cerca de 4%, es el alto desempleo de largo plazo lo que mantiene la tasa de desempleo en EEUU muy por sobre el rango de 5,5% a 6% que muchos economistas creen que es consistente con el potencial económico tradicional de Estados Unidos.

La preocupación dentro de la administración Obama, la Reserva Federal y los economistas privados de Estados Unidos es que los altos niveles de desempleo de largo plazo no se recuperarán eventualmente con una expansión económica lenta pero segura. Algo fundamental ha cambiado en el mercado laboral estadounidense, que la ha movido en una dirección peligrosa de “histéresis” o “esclerosis”. Aquellos términos típicamente han sido usados por los economistas para describir el atrofiado mercado laboral en partes de Europa (o Japón en los ’90), pero no Estados Unidos.

Las implicancias para Estados Unidos son enormes. Si una mayor parte de los estadounidenses sigue atrapada en un desempleo extenso, probablemente limitará el crecimiento potencial futuro del país, restringirá los recursos de bienestar y creará un dilema para la Fed.

Según el reporte de empleos de marzo, hubo 3,7 millones de estadounidenses que han estado sin trabajo por 27 semanas o más. Esto representa 35,8% del total de desempleados, muy por encima de los niveles pre recesión de cerca de 18% pero por debajo del peak de cerca de 45% de hace cuatro años. Estados Unidos solía tener una parte de desempleados de largo plazo muy por debajo del promedio de otras economías avanzadas, pero para 2012 casi había cerrado la brecha con la media de los países OCDE.

En la Reserva Federal, combatir el desempleo de largo plazo se volvió una preocupación para Ben Bernanke durante su segundo período como presidente, y está muy arriba en la agenda de su sucesora, Janet Yellen.

Para Yellen y otros funcionarios de la Fed, la preocupación es que los desempleados de largo plazo están tan separados de la fuerza laboral que ya no tienen mucho efecto en los salarios. Esto significa que los salarios podrían empezar a subir entre los desempleados de corto plazo, elevando la inflación y forzando a Yellen y a la Fed a elevar las tasas mucho antes de lo que esperan o desean.

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