Hay dos números que pesan sobre Jamie Dimon, presidente y director ejecutivo de JPMorgan Chase. Los US$6.200 millones -la cantidad de dinero que el banco perdió el año pasado a través de sus desastrosas operaciones de derivados de la "ballena de Londres"- y US$6.800 millones, la rentabilidad a los accionistas del banco durante el mismo período.

Para el directorio pesó más la rentabilidad a los accionistas el viernes, cuando decidieron confirmarlo como presidente y director ejecutivo tras reducir su pago a la mitad por no lograr supervisar de manera adecuada una unidad que generó una pérdida récord el año pasado. Durante los siete años que Dimon lleva al mando de la compañía,ha transformado a JPMorgan en el mayor banco de Estados Unidos por activos, con más de US$1 billón (millón de millones) de depósitos de clientes, y uno con una reputación formidable en Wall Street.

El reporte dado a conocer recientemente por el panel bipartidista del Senado que investiga el tema de la "ballena de Londres" parece responsabilizar en parte por las operaciones al CEO.

"JPMorgan es el emblema de por qué los dos roles debieran separarse", plantea Lisa Lindsley, directora de estrategia de capital en AFSCME, un sindicato de empleados del servicio público que era la punta de lanza de la propuesta de los accionistas para separar los roles.

Mientras gran parte del foco ha estado en la poco afortunada declaración de Dimon de que las operaciones eran una "tormenta en un vaso de agua", el informe del senado  también intenta atar al CEO a los fracasos en la gestión de riesgo por parte del banco.

Las dos cifras - US$6.200 millones de pérdidas de operaciones y US$6.800 millones de rentabilidad para los accionistas- podrían estar relacionadas. Gran parte de la decisión del banco de comprometerse en la operación "ballena de Londres" puede deberse al deseo de rentabilidad y al mismo tiempo generar ganancias, según el senado.

"JPMorgan Chase recientemente se ha comprometido en recompras de acciones por un total de US$9.000 millones, y ha recibido permiso de sus reguladores de recomprar otros US$15.000 millones en 2012 y 2013", plantea el reporte. "Para desarrollar este programa de recompras, el banco podría haber querido reducir adicionalmente sus activos ponderados por riesgo para minimizar sus requisitos de capital obligatorios".

La planeada recompra de US$15.000 millones luego se suspendió, en parte gracias a las pérdidas en las que se incurrió a través de la debacle de la ballena. El banco terminó comprando US$1.600 millones de sus acciones el año pasado y pagando US$5.200 millones de dividendos.

El reporte legislativo también podría eliminar el brillo de la aureola regulatoria de Dimon. Los senadores señalaron que las operaciones de derivados parecían una apuesta por cuenta propia que buscaba generar ganancias, en vez de "cubrir" de la exposición al banco. Las transacciones por cuenta propia debieran estar prohibidas bajo la regla Volcker.

"Es cierto que hay un continuo entre una cobertura y las transacciones por cuenta propia", plantea David Murphy, jefe de riesgo del cuerpo de la industria Isda. "Pero igualmente si era una cobertura uno esperaría que haya un marco de gestión de riesgo que de alguna manera midiera la sensibilidad de lo que debiera estar cubriendo. El reporte del senado ha buscado tal cosa y no la ha encontrado".

Las malas apuestas y la reacción inicial del banco a ellas ha perjudicado la reputación de Dimon en Washington, con miembros del Congreso, sus asesores y reguladores cuestionando su liderazgo y su comprensión de los variados riesgos de la compañía.

El año pasado, 40% de los inversionistas votaron a favor de una propuesta para exigir al directorio que nombrara un presidente independiente. Pese a las críticas desatadas por el reporte del senado, los directores del banco no se sintieron forzados a dividir estos dos roles.

Un banquero senior en JPMorgan plantea que internamente la gente no prestaba atención al debate sobre la separación de los roles de presidente y CEO. "Nadie realmente cree o le importa mientras Jamie Dimon esté cerca. Él es el banquero más brillante que hemos tenido y no importa qué títulos tenga mientras esté con el banco", dijo antes de la votación del viernes.

JPMorgan redujo su programa de recompra para este año a US$6.000 millones, aunque planea incrementar los dividendos en 30% y elevar las ganancias. Los accionistas optaron el viernes por los fuertes rendimientos producidos por el banco, en lugar de los fracasos en la gestión de riesgo que ocurrieron bajo la supervisión de Dimon. "Pese al reclamo de JPMorgan de que las infracciones a los límites debían generar una discusión, parece que realmente no había una discusión", plantea Murphy. "De manera similar, la respuesta a la solicitud por reducir los requisitos de capital era no reducir el riesgo sino jugar con los modelos. Eso tiene complicadas implicancias para la cultura de la firma".

COPY RIGHT FINANCIAL TIMES

© The Financial Times Ltd, 2011.