Las interconexiones han elevado el riesgo de contagio financiero




Si los  gobiernos de Portugal o Italia cayeran en una crisis de deuda seria, ¿cómo afectaría al riesgo de la deuda soberana y a la banca a lo largo del resto de la eurozona y EEUU? O, ¿cómo los bancos y aseguradoras europeas reaccionarían si las entidades estadounidenses se vieran afectadas por un alza de tasa en EEUU?

Estas son dudas que muchos inversionistas podrían reflexionar en este verano boreal. Después de todo, la frase "ciclo de retroalimentación" ha sembrado miedo desde que la crisis de 2008 mostrara qué tan interconectado se ha vuelto el sistema financiero moderno. Y con la liquidez de operaciones bursátiles marchitándose en los últimos meses, y la volatilidad volviendo a crecer, los problemas de contagio y los ciclos de retroalimentación crean nuevamente intranquilidad.

Pero mientras la palabra "c" -de contagio- genere alarma, lo que también es sorprendente es lo poco que entendemos la compleja red de los flujos financieros modernos. Por supuesto, varias investigaciones económicas se han producido desde 2008, analizando cómo se desempeñan las clases de activos, o individuos o países individuales. Aunque si usted compara el campo de la economía financiera con las ciencias duras, aún existe muy poco análisis unificado de las finanzas como una entidad interconectada. O como dice el ex físico Doyne Farmer, que ahora es profesor de economía de Oxford: "Gastamos más en investigación polar que en estudiar los sistemas económicos… lo que es muy extraño dado su impacto (en nuestras vidas)".

Entonces, ¿hay una solución? Farmer, por su lado, está empezando su propio proyecto de investigación para observar esto. Pero, por separado, un gran equipo de economistas italianos y estadounidenses, incluyendo celebridades como Robert Merton y Andrew Lo del MIT, y a Dale Gray del FMI, está intentando ver qué es lo que falta, no siguiendo flujos financieros opacos, sino buscando señales representativas de conectividad, principalmente precios de derivados de crédito.

En particular, el año pasado el equipo analizó cómo los precios de los seguros por impago de deuda (CDS, en inglés) se han movido para un gran rango de bancos europeos y de EEUU, compañías de seguros y entidades soberanas. Entonces, trazaron los vínculos entre diferentes instituciones y áreas geográficas a un mapa unificado, para mostrar la densidad de interconexiones, modeladas durante la última década.

Como pasa con las técnicas de investigación, esto no es perfecto: los precios de los CDS no siempre calzan completamente con exposiciones financieras tangibles. Pero ya que el sector de los CDS cubre un amplio rango de entidades, y son transados por actores sofisticados que están cerca de los flujos financieros, es una señal útil. Así, dos puntos que dan que pensar emergieron de estos "mapas".

Primero, parece que hay una discrepancia entre los niveles de conectividad y riesgo de contagio a lo largo del mundo occidental. En marzo de 2012, este ejercicio de mapeo indicó que las entidades financieras de EEUU tenían solo niveles moderados de conectividad con deuda soberana europea o entidades del sector privado; cuando las condiciones se deterioraron en la eurozona, los bancos estadounidenses no se vieron muy perjudicados en el mundo de los CDS. En contraste, las entidades italianas, parecieron muy vulnerables al contagio en cualquier otra parte del mundo, como también lo fueron los bancos griegos y las aseguradoras.

Pero otro punto intrigante que arrojaron los mapas es que las interconexiones cambian con el tiempo. Particularmente, cuando los economistas mapearon los vínculos financieros entre 2009 y 2012, hallaron que el patrón se veía mucho más denso que entre 2004 y 2007. Eso pudo ser por la consolidación de la industria financiera.

Sin embargo, otro factor importante es que el estado se ha convertido en un gran respaldo del sector financiero. Como sostiene el profesor Merton: "el ambiente post crisis tiene una intensidad mucho mayor de conectividad en términos de susceptibilidades crediticias que antes".

Ahora, Merton también indica que no podemos asumir automáticamente que la conectividad per se es algo malo. "Puede haber muchas conexiones que son resultado de mercados financieros más eficientes, conectados", observa. Pero una consecuencia de un sistema que se ha vuelto mucho más entrelazado es que forma un potencial mayor de contagio. Otra implicancia es que las políticas monetaria, financiera y regulatoria no pueden existir por separado; en un mundo de ajustados ciclos de retroalimentación, las medidas políticas deben unirse.

La otra conclusión de esta investigación es que tanto los reguladores como los inversionistas necesitan un mejor entendimiento de las interconexiones y de cómo podrían cambiar, utilizando los poderes del Big Data (softwares para analizar información) para hacerlo.

De haber habido "mapas" de las finanzas de la eurozona disponibles públicamente este año, tal vez los problemas de los bancos de Chipre no hubieran sido una sorpresa, o a lo mejor, las autoridades e inversionistas hubieran tenido menos excusas para ignorar los desafíos asociados con vivir en un mundo interconectado. De hecho, es una historia con final feliz.

© The Financial Times Ltd. 2011

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