Hace cerca de 10 años, se develó uno de los escándalos de corrupción empresarial más grandes de las últimas décadas. La empresa alemana Siemens fue acusada de malversación de fondos por parte de algunos de sus empleados, para sobornar a clientes potenciales. Luego de un largo proceso judicial, la compañía tuvo que pagar una multa de US$1.600 millones.

Desde entonces la empresa cambió totalmente su foco y hoy está muy en la línea de la sustentabilidad y eficiencia energética. Justamente uno de las bisagras de la transformación ha sido Alexander Proels, compliance officer de Siemens para América, quien participará mañana miércoles en el seminario internacional “Escándalos empresariales en primera persona: Volver a ponerse de pie”, organizado en conjunto por Transelec, Qué Pasa y Fundación Generación Empresarial, en el Hotel W.

“Aprendimos de una forma muy dura la advertencia de nuestro fundador que decía que no hay que vender el futuro para un beneficio a corto plazo. Los beneficios de los atajos o la corrupción no valen el riesgo y los costos que generan. Francamente, no hay equilibrio entre las ganancias a corto plazo y la corrupción”, comenta Proens en una entrevista previa a su arribo a Chile.

Con respecto a cómo logran transmitir la cultura del “cumplimiento” al interior de la compañía, Proels es enfático. “La clave está en la formación y las comunicaciones. Incluso las mejores normas de cumplimiento son ineficaces si los empleados no son conscientes de su importancia o no saben cómo ponerlas en práctica”, dice el ejecutivo.

En este ámbito, otro elemento que define el sistema de cumplimiento de Siemens es la “cultura de la propiedad”, que coloca la responsabilidad del cumplimiento en las manos de los empleados.

La entrevista completa mañana en HUB Sustentabilidad de PULSO