Cuando Barack Obama ganó las elecciones presidenciales en 2008 en Estados Unidos, muchos creyeron que haría un progreso significativo en las relaciones con Cuba, resolviendo uno de los últimos conflictos de la Guerra Fría.
Pero cuatro años después, las relaciones EEUU-Cuba siguen atascadas en el mismo túnel del tiempo. Ya sea que Obama o su contendor, el republicano Mitt Romney se transforme en el próximo presidente de Estados Unidos, pocos esperan un gran cambio -aunque el panorama ideológico en evolución de la isla podría dar origen a los inicios de un cambio.
Obama levantó todas las restricciones sobre las visitas de cubano-americanos poco después de asumir la presidencia, y en diciembre de 2010 revirtió una prohibición de la administración Bush que llevó a un aumento en las visitas llamadas de persona a persona, las cuales son para propósitos educacionales en vez de para turismo. Pero también impuso sanciones financieras bajo leyes antiterroristas, y este año emitió duras directrices de viajes.
“La posición de EEUU respecto de Cuba sigue socavando nuestra posición estratégica en la región y un cambio fortalecería el legado de política exterior de Obama a través de resolver un problema mucho más simple que muchos otros temas globales”, plantea Julia Sweig, investigadora del Council on Foreign Relations, con sede en Washington. “No hay duda de que el primer período de Obama decepcionó mucho cuando se trata de Cuba, pero es prematuro asumir este status quo bajo un segundo período”, agregó.
Si gana Romney, se espera que restrinja los viajes y adopte una postura pública más agresiva hacia La Habana, motivada por los poderosos legisladores cubano-estadounidenses en el estado de Florida.
El último conflicto de ambos países es acerca del destino del contratista estadounidense Alan Gross, encarcelado en Cuba, y de cinco agentes de inteligencia cubanos. Gross fue arrestado en 2009 por participar en un proyecto estadounidense para establecer una plataforma de internet encubierta en Cuba. Él está cumpliendo una sentencia de 15 años.
Los agentes cubanos fueron arrestados en Estados Unidos hace 14 años por infiltrar organizaciones de exiliados e instalaciones militares en Florida. Tras el arresto de Gross, las conversaciones sobre inmigración y servicio postal que se habían reiniciado bajo la administración Obama se suspendieron de nuevo. Diplomáticos estadounidenses dicen que no habrá progreso hasta que se libere a Gross.
Otro factor que limita las mejoradas relaciones Estados Unidos-Cuba es el tono conservador que ha llegado a Washington tras las elecciones del Congreso en 2010 y que llevaron a Marco Rubio, el senador republicano por Florida, a su cargo y que llevaron a otra cubano-estadounidense de línea dura, la congresista Ileana Ros-Lehtinen, a ser nombrada jefa de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes. Ambos legisladores se oponen al contacto con Cuba.
“No hay nada más que turismo… una fuente de millones de dólares en las manos del gobierno de Castro que usan para oprimir a los cubanos”, afirmó Rubio el año pasado.
Un total de 400 mil estadounidenses visitaron Cuba en 2011; de ellos, 70 mil no tienen ascendencia cubana. Puede ser que hayan impulsado al gobierno, pero también fueron importantes clientes de los cientos de negocios pequeños que han abierto en Cuba, como parte de las reformas cubanas orientadas hacia el mercado.
Rubio, según su oficina, luego bloqueó a la nominada de la administración para el cargo de subsecretaria de Estado para asuntos latinoamericanos, Roberta Jacobson, hasta que acordó en marzo deshacer el programa de viajes. Posteriormente se produjeron regulaciones más duras.
Aunque las fuerzas pro embargo permanecerán con una fuerte influencia en el congreso estadounidense incluso si Obama gana, algunos defensores de una nueva política en Cuba esperan que use sus privilegios para retomar su discusión.
Un factor podría ser si Cuba es eliminada de la lista de estados auspiciadores de terrorismo por ayudar en las negociaciones de paz entre el gobierno colombiano y los rebeldes de las FARC. Si las FARC dejan las armas, eso ayudaría a la liberación de Gross y a abrir el camino para mayores avances.
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