Cuatro elecciones en Sudamérica, el acercamiento a Brasil, el fallo de La Haya y el avance de la Alianza del Pacífico. El vecindario que recibirá a la presidenta electa le presentará varios desafíos en su primer año de gobierno.

Sin duda uno de los temas que más genera expectativa es si el primer acercamiento de Michelle Bachelet será hacia el Pacífico o hacia el Atlántico. El mes pasado, Bachelet recibió al ex presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, quien estuvo de visita en Santiago. A esto se suma el recorrido que realizaría la presidenta electa por países como Argentina y Brasil para agradecer el apoyo durante su campaña.

A juicio de Joseph Tulchin, ex director del programa latinoamericano del centro Woodrow Wilson de Washington, uno de los principales ejes será la relación con Dilma Rousseff, presidenta de Brasil. “Es una oportunidad internacional muy interesante. Ambas son mujeres de izquierda, ambas tienen experiencia de lo que representa la dictadura (Bachelet a través de su padre y Rousseff en forma directa),  además de representar los dos países más estables y responsables de la zona. Juntas pueden ser las líderes en América Latina, es una oportunidad fascinante para Bachelet”, asegura.

Sin embargo, estas relaciones también generan algunas dudas. “Las cercanas relaciones de Bachelet con las presidentas del Mercosur, la brasileña Dilma Rousseff y la argentina, Cristina Fernández, han provocado preocupaciones”, escribió Financial Times la semana pasada. “Ella podrá ser moderada, pero habrá fuerzas políticas presionando a la izquierda, impulsando al Estado hacia las actividades económicas”, planteó un ejecutivo del sector financiero a FT.

Uno de los objetivos de la mandataria es mantener el perfil de líder internacional y retomar su rol en la región, explica el analista de Cato Institute para América Latina, Juan Carlos Hidalgo. Pero, a su juicio, todavía hay que ver en qué se traducirá esto. “Si por recuperar la vocación latinoamericanista los asesores de Bachelet se refieren a andar como amigos con los presidentes populistas de la región, definitivamente ese sería un giro lamentable en la política exterior de Chile”, asegura Hidalgo. “Siendo Chile la democracia más consolidada y transparente de Latinoamérica, sería desafortunado que el próximo gobierno tratara de abrazar con entusiasmo a países que tienen un desprestigio generalizado, y cuyas instituciones se deterioran todos los días”, asegura el experto, enumerando a Venezuela, Ecuador y Bolivia, entre otros del eje bolivariano.

En eso coincide el economista de BCP Securities, Walter Molano, en Nueva York, quien asegura que no habrá un gran cambio en la relación con los vecinos. “No va a cambiar mucho la postura de Chile a nivel internacional. Los cambios serán internos, por ejemplo, respecto de la reforma tributaria, pero no se moverá hacia el eje bolivariano”, asevera Molano, añadiendo que la situación internacional no le permitirá hacer “muchos experimentos”, debido a factores como el retiro del estímulo por parte de la Reserva Federal estadounidense y la desaceleración de China.

IMPULSO A LA ALIANZA DEL PACÍFICO
El gobierno de Sebastián Piñera impulsó la iniciativa Alianza del Pacífico -compuesta por Chile, Colombia, México y Perú-, una apuesta por plantearse como bloque para elevar el comercio con los socios asiáticos más dinámicos. Las cuatro economías son las más dinámicas de la región, representan el 40% de la economía de América Latina, con un mercado de más de 210 millones de personas, lo cual representa más de un tercio de la población de la región.

Además, en los últimos cuatro años, estas economías han crecido a un ritmo superior al de sus vecinos y han invertido a una tasa mayor al 25% de su PIB, en comparación con sólo el 20% en los otros países, explica el experto de Heritage para América Latina, Jim Roberts. “Las cifras hablan por sí solas”, afirma.

Por esto, un impulso a este bloque sería mucho más bienvenido que un vuelco hacia el Atlántico. “Es importante por factores geopolíticos, lo cual Bachelet capta muy bien”, sostiene Tulchin. “La Alianza del Pacífico será de gran beneficio para todos los países involucrados y, además, es la oportunidad de insertar a Latinoamérica en un acuerdo más grande: el Transpacific Partnership, que incluye a EEUU y Asia”, afirma. “Seguir adelante con la Alianza del Pacífico representa la palanca chilena en el TPP”, agrega Tulchin.

Por otra parte, la región también podría vivir algunos cambios políticos, aunque esto es menos probable. Esto, porque el próximo año habrá cuatro elecciones en Sudamérica: Bolivia, Brasil, Colombia y Uruguay. Según las encuestas, en todos ellos se espera que gane el partido oficialista o incluso el presidente en ejercicio. Por ejemplo, en Bolivia, Evo Morales tiene una intención de voto de 31%, superior al candidato del Movimiento Demócrata Social, Rubén Costas, con un 13%. En Colombia, el presidente Juan Manuel Santos tiene una intención de voto de 27% en comparación con el 14,9% de quien le sigue, Oscar Iván Zuluaga. En Brasil, Dilma tiene una intención de voto de 43%. Por eso, no se esperan grandes cambios.

¿Y LA HAYA?
Otro de los temas más importantes en su relación con los vecinos será el fallo de La Haya, que se conocerá el 27 de enero, según se informó la semana pasada.

A juicio de Tulchin, de hecho, este será uno de los tres ejes del primer año. “Cualquiera sea el resultado, va a ser un desafío y una oportunidad para la nueva presidenta”, sostiene. Según explica, la oportunidad es recibir la decisión y devolver la pelota a su par peruano, Ollanta Humala: buscar mejores relaciones en base a la confianza mutua ganada por la acción internacional chilena. Otra posibilidad sería utilizar una ventaja ganada con Perú para volver a abrir diálogo con Bolivia. “En el mediano y largo plazo es imprescindible para Chile resolver la disputa histórica con Bolivia”.

Durante el fin de semana, el agente peruano ante La Haya, Allan Wagner, dijo que el fallo que pondrá fin al diferendo marítimo tendrá un impacto positivo y que impulsará aún más la relación.